
A ver, me había hecho el propósito de no entrar a debatir sobre el tema y tal. Me he recluido en mi cine, en mis deportes, en mi música. Todos vintage. Ayer vi
The quiet man en la tele pública. Una maravilla. He tratado de huir del mundanal ruido, de los informativos
opiniativos y no he hecho valoraciones al respecto, pero reconozco que es imposible abstraerse. De alguna u otra forma te llega algo del tema y tal. Rompo por una, única y última vez este propósito, este silencio. No opinaré más. Estoy harto, hasta los mismísimos de tanto
cuñadismo, de tanto
catedrático en epidemiología, de tanto
listo y
capitán a posteriori que hay en este país. Decía Unamuno:
Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será. Y otro dicho muy conocido de este pais es que
de fútbol y de medicina todo el mundo opina. En este país cuando se acerca un Mundial de fútbol, aparecen 40 millones de seleccionadores que te dicen la lista que hay que llevar. Pues lo mismo pasa con esta maldita enfermedad causada por un virus desconocido. Das una patada a una piedra y aparecen 40 millones de epidemiólogos que te dicen las medidas que hay que tomar. Con toda una
legión de sabios de esta calaña opinando sobre una enfermedad desconocida, poco nos pasa.