Roy Batty

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domingo, 4 de diciembre de 2011

Ha muerto Sócrates

Sí, ya sé que el filósofo griego ya murió en la Antigüedad y no dejó constancia escrita. Pero es que hoy nos hemos despertado con la noticia de la muerte de otro Sócrates, el brasileño, el Doctor. Sócrates fue uno de los jugadores brasileños más elegantes de la historia del fútbol. Su juego en los años ochenta del pasado siglo nos encandiló a todos los polluelos que nos iniciábamos en la afición a este deporte.


Yo tenía nueve años cuando me adentraba en el conocimiento del mundo del fútbol. Me entró la fiebre del fútbol con el Mundial 82. Previamente ya le había cogido la afición a esto del balonpié con la mítica Real de los primeros ochenta. Aquel Mundial lo recuerdo muy vivamente. Lo viví intensamente. Y como un niño loco por el fútbol me aprendía las alineaciones de carrerilla.

Era un placer ver partidos por televisión y aquéllos jugadores de distintos países del mundo que se daban cita en España para disputar el mayor acontecimiento deportivo que puede organizar un país después de los Juegos Olímpicos. Pues, en esas estábamos, cuando ves a la selección de Brasil y te quedas anonadado por la brillantez y la alegría de su juego. Aquel equipo de Tele Santana estaba llamado a ser campeón del Mundo por la categoría de sus jugadores y el despliegue de un fútbol tan efectista como impresionante. Era la heredera natural de aquel Brasil del 70 que había sido por última vez campeón del mundo.

Pues entre todo ese elenco de estrellas, Zico, Eder, Cerezo, Falcao, Junior,... destacaba un señor muy alto de un porte aguerrido y con unos pies pequeños que tenía una gran elegancia y un juego maravilloso. Se llamaba Sócrates, como el filósofo y le apodaban el Doctor, por sus estudios de medicina. Ésa fue la primera vez que conocimos a Sócrates y no pasó desapercibido.

Brasil pasó con brillantez la primera fase de grupos de ese Mundial con triunfos claros ante Escocia, Nueva Zelanda y con dificultad ante la URSS de un no menos elegante Rinat Dasaev. En el grupo de la liguilla de cuartos Brasil quedó encuadrado en el grupo de la muerte junto a Argentina e Italia. ¡Vaya grupo! Tres campeones mundiales de los que sólo puede pasar uno a semifinales. La historia recordará el partido entre Brasil e Italia como uno de los mejores partidos de la historia de los Mundiales, por sus ocasiones, por el juego desplegado y por la calidad de los jugadores en liza. Brasil tuvo la desgracia de cruzarse ante una Italia en estado de gracia con el gran Paolo Rossi que fue el autor de los tres goles italianos. Sócrates marcó un gol que junto con el de Falcao fue insuficiente para ganar el partido.

Tampoco en México 86 la selección brasileña con Sócrates de capitán pudo lograr el campeonato. Aquí se cruzó Francia en su camino de cuartos en el punto de penalti. Todos recordamos el partido inicial de España en la fase de grupos ante Brasil con gol de Sócrates y aquel gol anulado a Michel por el australiano Bambridge.

Sócrates tiraba los penaltis sin coger carrerilla y dicen que era capaz de tirarlos de espalda con el tacón puesto que tenía una malformación en un pie que hacía que un hueso le sobresaliera en la parte trasera.

Sócrates fue un genio en esto del deporte rey. Era recordado por su cinta en la cabeza con su rizada melena. Y también era recordado por su activismo izquierdista en su lucha contra la dictadura brasileña y defensor de las clases más débiles.

Hoy ha entrado en el Olimpo de los dioses del fútbol. Su historia es muy similar a la del también desaparecido hace unos años, el gran George Best, un mito del fútbol británico de los sesenta.

In memoriam Sócrates.

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