
Aprovecho el día de hoy, 28 de diciembre, no precisamente para gastar una broma, sino más bien al contrario, incidir en la regresión vital que estamos sufriendo a lo largo de estos años de oscurantismo. Y utilizo la obra maestra, cinematográficamente hablando, de Mario Camus para ilustrar tal argumento. Es increíble la analogía, la semejanza o el símil que se puede trazar hoy, finalizando el año 13 del siglo XXI después de Cristo, con, pongamos 50 años atrás, en los años 60 del siglo XX, en esta España mía, esta España nuestra, como diría Cecilia. Es increíble pero estamos volviendo a eso.
Hemos vuelto, como si de un mal sueño se tratara, a la España machadiana, de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, la España inferior que ora y embiste, que ora y bosteza. Múltiples signos avalan esta aseveración. Lo último es la llamada nueva ley del aborto, o del asunto ese como diría el ínclito inquilino de la Moncloa.