Se apaga este 2021 y conviene recordar a esas estrellas del celuloide que se han ido. Si echamos la vista atrás parece mentira parafraseando a Jorge Manrique, “contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando, cuán presto se va el placer, como después de acordado, da dolor…” Siempre nos quedará ese fotograma, esa mirada, esa sonrisa, esa banda sonora reconocible. Actores, directores, cameraman, compositores y todos aquellos que han dejado huella en la historia del séptimo arte siempre tendrán su hueco en la filmografía.
Europa se ha quedado huérfana del
talento de un actor gigante como Jean-Paul Belmondo (el homenaje que le tributó
Francia entera es admirable) o un director no menos gigante como Bertrand
Tavernier; el director de fotografía italiano Giuseppe Rotunno habitual de las
películas de Fellini y Visconti; el compositor griego Mikis Theodorakis, autor
de Zorba el griego o Serpico; la directora italiana Lina
Wertmüller, la primera mujer en ser nominada al Óscar a la mejor dirección.
Y en España lloramos la ausencia de los directores Antonio Giménez-Rico (Jarrapellejos), Mario Camus (Los santos inocentes) o Josep Mª Forn; los compositores Antón García-Abril (Los santos inocentes) o Luis de Pablo, un habitual de la música de las películas de Carlos Saura en los años setenta del pasado siglo. Nos dejaron las actrices Susana Canales, Pilar Bardem, Agata Lys o Verónica Forqué. Y los actores Quique San Francisco o Jordi Rebellón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario