
Muchos de estos nuevos políticos, la mayor parte, pudieron estudiar en una universidad pública con becas públicas, porque hubo un gobierno que se preocupó de ayudar a estudiar a los jóvenes con menos recursos económicos para que ahora con total libertad insulten y desprecien con arrogancia y prepotencia a Felipe González. Pero tal como dice el señor Marías, estos nuevos cambian de opinión como de camisa. Tan pronto somos de Venezuela como de Dinamarca; tan pronto dicen que no existe la izquierda y la derecha como dicen que son progresistas; un día son socialdemócratas y otro día son de Villabajo contra Villarriba; otro día dicen que lo importante son las personas y las políticas y otro día están postulándose como vicepresidente y repartiendo carteras. La reflexión final de Javier Marías es genial: nada tan viejo como los caudillos "carismáticos". Lo malo es que éstos, señor Marías, no les hace falta abuela. Se llaman Modesto de segundo apellido. Y tenga cuidado con tildarles de decrépitos no vaya a ser que le califiquen a usted como un viejo de la casta.
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