
La irrupción de John Williams en la composición de bandas sonoras allá por la década de los 70 y 80 del pasado siglo supone la vuelta a la composición sinfónica, la vuelta de la orquesta sinfónica al cine emulando así a los grandes maestros de la composición orquestal de las décadas de los 40 y 50, gente como Alfred Newman, Dimitri Tiomkin o el majestuoso compositor húngaro Miklos Rozsá, autor de las grandes superproducciones de la Metro en el Hollywood dorado.
John Williams frente a las nuevas tecnologías que se imponían en aquellos momentos como el uso del sintetizador (véase Vangelis), introduce la orquesta sinfónica como elemento diferenciador por su brillantez y rotundidad. Fruto de su trabajo son las películas antes citadas y otras como Superman, la saga de Indiana Jones o la de Harry Potter, o Parque Jurásico.
Sus composiciones forman parte indeleble de la Historia del Cine. Yo, a modo de botón de muestra, me quedo, con la banda sonora por la que obtuvo su último Óscar. Es precioso escuchar como lloran los violines. Como diría el gran Johan, te pone la gallina de piel.
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