Se cumple este año el cincuenta aniversario del estreno de la película de Arthur Penn, Bonnie and Clyde. Y como un guiño del destino, se ha vivido una rocambolesca historia al entregar el Óscar a la Mejor Película de 2016 por parte de la pareja protagonista, Warren Beatty y Faye Dunaway, 79 y 76 años respectivamente. Beatty ha abierto el sobre donde supuestamente aparecía el galardón a la mejor película, y actuaba con perplejidad como si no diera crédito a lo que ponía. Tras un tiempo dubitativo, se lo ha pasado a Faye Dunaway, quien ni corta ni perezosa, ha leído sin darse cuenta el nombre de la película pero de la actriz que se había premiado anteriormente, Emma Stone, La, la, land. En realidad, el sobre que han abierto era el correspondiente al Óscar a la mejor actriz. No hubiera pasado nada si el Óscar a mejor película hubiera ido a parar a La, la, land, pero es que ha ido a parar a Moonlight. ¡El último golpe de Bonnie and Clyde! ¡Tremendo!
Ni los mejores guionistas podrían haber previsto un final de ceremonia así. Aparte de la anécdota final, no pequeña, de dimensiones bárbaras en una ceremonia en la que todo está medido o presuntamente medido al milímetro, hay que decir que La, la, land se ha llevado seis Óscars y Moonlight, tres.
Me parece perfecto porque se ha sobredimensionado de manera grandilocuente a La, la, land, un musical discretito y normal, a años luz de los grandes musicales de la Metro años cincuenta. Es un filme correcto pero demasiado sobrevalorado, en cuanto a nominaciones y en cuanto a Óscars. Eran muchos los que vaticinaban un récord de Óscars por parte de esta película, lo cual hubiera sido un disparate.
Al final creo que se hace justicia y los premios han estado muy repartidos, lo cual es justo en un año en el que el nivel del cine tampoco ha sido excelente. Un par o tres de buenas películas pero sin llegar a un nivel excelso que digamos.
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