
Por otro lado, he leído que en estos últimos días han fallecido dos futbolistas argentinos que fueron campeones del Mundo en 1978 con Menotti. En Argentina se venera a todos aquellos pequeños grandes futbolistas que en algún momento formaron parte de la albiceleste y que también fueron héroes en sus respectivos clubes. Es el caso de Rubén Galván y René Houseman fallecidos el pasado 14 y 22 de marzo respectivamente. En Argentina se suele apodar a los futbolistas. A Galván le apodaban el Negro y a Houseman, el loco.

Transcribo la siguiente anécdota de la biografía de Rubén Galván: En la 5ta fecha del Torneo Metropolitano de 1975, Independiente enfrentaba a Ferro en Caballito. En una fuerte jugada, trabó una pelota con Roberto César Franco, marcador lateral del "verdolaga", Galván cayó al suelo con visibles muestras de dolor siendo retirado del campo de juego por los auxiliares y el Dr. Fernández Schnorr tras aplicarle el spray analgésico, aconsejó el cambio. El técnico Miguel Ignnomiriello le preguntó a Galván si podría continuar hasta el entretiempo, a lo que el jugador le respondió que sí. En el vestuario lo infiltraron con 4 ampollas de lidocaína y salió a disputar el segundo tiempo rengueando. A los 10 minutos fue reemplazado por Pedro Magallanes, lo trasladaron al Hospital Argerich donde las placas radiográficas señalaron una fractura de peroné. Galván había jugado casi 50 minutos con su pierna fracturada.
Por otro lado, René Orlando Houseman era conocido como el loco de la gambeta, y participó en dos Mundiales, 74 y 78. Era extremo derecho. Jugó principalmente en el Atlético Huracán durante su trayectoria donde consiguió el Campeonato Metropolitano de 1973. En Huracán era considerado toda una institución. Fue 55 veces internacional y anotó 13 goles con la selección desde 1973 a 1979. El gol que anotó en el partido que Argentina empató 1 a 1 ante Italia en el mundial de 1974, es recordado por la calidad de su definición.
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