Bélgica ha parido y seguirá pariendo grandes ciclistas como setas. Es el caso de Greg Van Avermaet que ayer se coronó en el velódromo de Roubaix en El Infierno del Norte y ganó su primer adoquín. Es también su primer triunfo en un Monumento del ciclismo. El ciclista del BMC, actual campeón olímpico, es el que en mejor forma está en las clásicas de este año. Fue segundo en el Tour de Flandes, hace una semana y venía de ganar 3 clásicas en suelo belga (Omloop Het Nieuwsblad, Harelbeke y Gante-Wevelgem). Es junto con Alejandro Valverde, el mejor ciclista de este año. Veremos si compiten ambos en el tríptico de las Ardenas. Sería un duelo apasionante. Por otra parte, ayer Tom Boonen dijo adiós a su carrera intentando conseguir su quinto adoquín. Boonen, un hombre que tiene 7 monumentos en su palmarés. Pasado y presente del ciclismo belga se daban la mano ayer conscientes, eso sí, que este deporte tiene una larga vida en Bélgica, a pesar de las dificultades para seguir de la estructura del Quick Step.
Como decía, Bélgica, un pequeño país de poco más de 11 millones de habitantes y algo más de 30.000 kms cuadrados de superficie, es una fábrica de producción de grandísimos ciclistas. No en vano, el mejor ciclista de todos los tiempos es belga.
No sé cómo lo hacen pero tienen una capacidad innata para ir sacando ciclistas clasicómanos que se desenvuelven como pez en el agua en carreras de un día, a través de pavés, caminos de tierra, adoquines. Son excepcionales en esas superficies. Ayer, Tom Boonen intentaba conseguir su quinta París-Roubaix y deshacer el empate a cuatro que tenía con otro monstruo belga del pavés, el gitano Roger de Vlaeminck. Pero es que ves el palmarés de esta carrera y te encuentras con otros cuatro belgas con 3 victorias: Gaston Rebry, Eddie Merckx, Rik Van Looy y Johan Musseuw. ¡Increíble!
Hace 7 días, Philippe Gilbert ganaba el Tour de Flandes y Van Avermaet hacía segundo. Son dos galgos con una calidad inmensa. Pero es que hay muchos más que perfectamente pueden ganar carreras de esa categoría. Me vienen a la cabeza nombres como Debusschere, Van Asbroeck, Vanmarcke, Stuyven, Theuns, Naesen, Roelandts,... La lista sería interminable.
España, sin embargo, es incapaz de producir ciclistas de esta naturaleza para este tipo de carreras de resistencia. Tuvimos en su día a Flecha u Horrillo que bastante hicieron con terminar en el podio alguna vez o en los primeros puestos en Tour de Flandes o París-Roubaix, pero no hemos ganado nunca ninguno de estos monumentos. Ayer los primeros españoles llegaron en los puestos 60 y 61, Arcas y Erviti, respectivamente.
Por eso no me cabe en la cabeza, no me explico cómo es posible que ninguna marca se atreva a patrocinar la estructura del Quick Step-Floors del incombustible Patrick Lefevere, cuando es el equipo que más triunfos ha cosechado este año con diferencia con 23. Triunfos de todo tipo, al sprint con Marcel Kittel o Fernando Gaviria, clásicas con Ives Lampaert o Philippe Gilbert, o en vueltas por etapas con David de la Cruz. Ayer, sin ir más lejos, estuvieron a punto de ganar la París-Roubaix, con Zdenek Stybar. Le faltó un pelo para ganarle a Van Avermaet.
Si este equipo con estos mimbres y éxitos tiene dificultades para continuar en el pelotón y nadie quiere esponsorizar esta formidable escuadra, entonces ningún otro equipo podrá continuar nuevo patrocinador. La crisis de esponsorización en el mundo del ciclismo es terrible y calamitosa. Una verdadera lástima que esto ocurra en un deporte tan bello.
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