Leo el reportaje sobre el patinador Javier Fernández de El País Semanal de 8 de mayo y llegas a la conclusión que los deportes "minoritarios" en este país están condenados al ostracismo. Ocurre lo mismo con la jugadora de bádminton onubense Carolina Marín o con muchos más deportistas anónimos como triatletas, nadadores, gimnastas. Sólo nos acordamos de estos deportes cuando consiguen proclamarse campeones de Europa o mundiales y les exigimos la medalla en los Juegos Olímpicos.
Parece que si no consiguen medalla olímpica no son nadie, cuando esta gente ha hecho lo imposible en condiciones nulas de infraestructura material o personal en su disciplina en este país y algunos de ellos se ven obligados a marcharse fuera de España para tener una mejor preparación como es el caso de Javier. No sabemos todas las vicisitudes, todas las penurias por las que han pasado para llegar a lo más alto ni tampoco sabemos cuántos se han quedado en el camino.
No existe un Ministerio del Deporte en este país que presume de deporte, que forme desde la base a los niños en todas aquellas disciplinas que destaquen. No disponemos de infraestructuras técnicas, materiales o humanas que fomenten, críen, mimen la cantera, la base en cualquier deporte que se precie, no solo en los de masas, porque no hay voluntad política decidida en invertir en deporte, que realmente es invertir en educación. No mimamos a nuestros talentos. Eso sí. Somos los primeros luego en hacernos la foto cínicamente con el deportista de turno al conseguir un éxito cuando el propio país le ha negado la ayuda que ha necesitado para llegar a donde ha llegado. Lamentable, pero cierto.
Ejemplo. Yo que estoy en contacto con estadísticas de ciclismo, me quedo alucinado con la cantidad de ciclistas españoles que están en equipos extranjeros, no ya los profesionales, sino los continentales de tercera categoría en puntos tan distantes y distintos como Japón, Taiwán, Emiratos Árabes Unidos o Estados Unidos, por decir unos cuantos países. La diáspora ciclista muestra las dificultades económicas por las que pasa un deporte y unos practicantes de ese deporte que ven imposible ejercer su profesión en su país de origen.
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