La profesión de guionista cinematográfico es una profesión poco reconocida en el mundillo cinéfilo. Normalmente los laureles se los llevan los actores y directores de película. El guionista siempre está ahí en un segundo plano. La verdad es que contar, narrar, crear una historia, un argumento, una puesta en escena, unos diálogos requiere una habilidad escrita y narrativa nada desdeñable. Y adaptar una historia que no es de uno y hacerla guión cinematográfico requiere una pericia especial. Una buena historia, un buen argumento es el germen de una buena película. Todo esto lo hacía muy bien nuestro protagonista, no solo con historias propias sino también adaptando ajenas. Ayer, 16 de noviembre, fallecía uno de los más grandes guionistas de la historia del cine, el estadounidense William Goldman, ganador de 2 Óscars.
William Goldman nació en Highland Park, Illinois, el 12 de agosto de 1931. Era escritor y al mismo tiempo guionista de cine. Ganó 2 Óscars por el guión de Dos hombres y un destino (1969) y Todos los hombres del presidente (1976). Ahí es nada. Este último film adaptaba la novela homónima de Carl Bernstein y Bob Woodward en la que se narraba el escándalo Watergate que terminó con la dimisión de Nixon.
Pero es que Goldman también era el autor de la novela La princesa prometida, que él mismo adaptó para el cine en la película del mismo nombre que dirigió Rob Reiner en 1987.
Otros trabajos de Goldman para el cine fueron: El carnaval de las águilas (1975), Marathon man (1976, basada en una novela suya), Un puente lejano (1977), Misery (1990) o Maverick (1994).
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