Me ha llamado la atención el empleo de esta expresión, durante el debate de investidura de Pedro Sánchez, por un tipo petulante, engreído hasta la saciedad, que se las da de ilustrado y no es más que un patán ignorante, soberbio y altanero. El término naranja mecánica en boca de ese tipo fatuo y presuntuoso pretendía adquirir rasgos peyorativos dedicados a un adversario político cuando en su original acepción el significado resulta más que elogioso. Vamos, que le salió el tiro por la culata. Veamos de donde viene el término.
El término de La naranja mecánica en deportes se aplicó a la selección holandesa de fútbol durante la década de los setenta del pasado siglo como expresión definitoria del fútbol total desplegado por una generación extraordinaria e irrepetibles de futbolistas neerlandeses que confluyeron en aquellos años. Aprovechando la indumentaria tradicional del equipo, camiseta naranja y pantalón blanco, se le llamó la naranja o la oranje, término al que se le añadió el adjetivo mecánica para describir el fútbol que practicaban y aprovechando la definición de una famosa película de aquellos años. Dicha selección la integraban principalmente jugadores del Ajax de Amsterdam que había sido campeón de la Copa de Europa de clubes durante 3 años consecutivos, concretamente 1971, 72 y 73. De ese grupo destacaba sobremanera la imponente figura de Johan Cruyff, uno de los que dicen 4 mejores jugadores de la Historia del Fútbol (junto a Di Stefano, Pelé y Maradona).
Junto al mago holandés destacaban otros astros del balón como Arie Haan, Johan Neeskens, Wim Suurbier, Ruud Krol, Wim Jansen, los hermanos Van de Kerkhoff (René y Willy), Rep, Rensenbrink o el portero Jongbloed. Contaron con la dirección técnica del holandés Rinus Michels para el Mundial de 1974 en Alemania y la del austríaco Ernst Happel en el Mundial de 1978 en Argentina. Fue una selección que desplegó un fútbol total, preciosista, técnico y admirado por todos.
Esto en cuanto al fútbol, pero el término aludido ya había sido utilizado primero en literatura por el británico Anthony Burgess (A clockwork orange) en 1964 y posteriormente por Stanley Kubrick en la polémica adaptación cinematográfica que hizo de esta obra literaria en 1971. Kubrick, como siempre hizo en su filmografía, no dejaba indiferente a nadie. La naranja mecánica era Kubrick en estado puro, una de sus obras maestras. Es a juicio de Fernando Morales (El País), una sátira encarnizada de una sociedad futura consumida por la violencia y el salvajismo todo ello a ritmo de Beethoven. Fue prohibida en el Reino Unido y no pudo verse hasta la muerte de su director en 1999. Y pensar que Stanley Kubrick falleció sin llevarse ningún Óscar por ninguna de sus películas, ni siquiera un honorífico y otros como el mexicano Iñárritu ya llevan dos consecutivos. ¡Qué injusticia más grande!
Bueno, a lo que vamos. Lo que quiero decir es que la petulancia es muy atrevida y determinadas frases en boca de un energúmeno que habla a gritos en el Congreso de los Diputados, que se cree que está con el megáfono en una manifestación del 15-M, y que se las da de sabio y docto, dando lecciones de ética y de moral, resulta más que despreciable y vomitiva este tipo de actitud, a la par con el personaje.
Ya dudo quién me provoca más repugnancia, si este arrogante narcisista o el inepto presidente en funciones. Están a la par. No voy a comentar el debate de investidura en sí porque me pondría a soltar exabruptos sin parar para calificar al personaje referido. Tan solo haré una referencia concreta. ¿Cómo hay que calificar a un tipo que se alegra de la salida de la cárcel de un condenado por terrorismo y afirma que en España no debiera haber gente encarcelada por sus ideas? ¿Cómo hay que calificar a un tipo que es incapaz de condenar la prisión de presos políticos en Venezuela y arremete contra Felipe González tildándole de estar manchado de cal viva cuando ha sido incapaz de condenar con la misma dureza los crímenes de ETA durante toda su historia?
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