Sísifo era hijo de Éolo y Enáreta, descendiente de Deucalión. Se dice que Sísifo era el más astuto de los hombres. Fue sometido a una condena esforzada y absurda.
Sísifo fundó la ciudad de Éfira, luego Corinto, donde despojaba de sus bienes a quienes pasaban cerca. Autólico, su vecino, le robó sus rebaños. A la segunda vez que lo hizo, Sísifo los fue a reclamar. Demostró que eran suyos porque en las pezuñas de los animales había grabado la frase "Me ha robado Autólico". Se hicieron amigos y Autólico le pidió que fecundara a su hija Anticlea, que al día siguiente debía casarse con Laertes, para que le diera un nieto tan astuto como él. Así nació Odiseo, gran arma fue su metis o astucia.
Sísifo se casó con una de las Pléyades, Mérope. Tuvieron cuatro hijos: Glauco, Halmo, Tersandro y Órnito. Sísifo se llevaba muy mal con su hermano Salmoneo y acudió al Oráculo de Apolo para que éste le indicara una forma de matarlo. La respuesta fue que lo haría dando hijos a la hija de Salmoneo. Entonces sedujo a Tiro. Por esto fue condenado a empujar en los Infiernos, por toda la eternidad, una roca hasta lo alto de una colina. De allí la piedra bajaba rodando y él debía recomenzar su tarea. Sólo una vez pudo interrumpir este trabajo tan fútil como cruel. Y eso ocurrió cuando Orfeo bajó a los infiernos para cantar rogando a los dioses que le permitiesen recuperar a su amada Eurídice.
Se dice también que aquel castigo le fue impuesto por Zeus ya que cuando éste raptó a la ninfa Egina, Sísifo lo vio y lo delató con Asopo, el padre de la muchacha, a cambio de que Asopo hiciera surgir una fuente en Corinto. Zeus, indignado, le mandó a Tánato (o Thánatos). Pero Sísifo tenía también su arrojo y frente a Tánato luchó logrando encadenarlo durante algún tiempo; así logró que no se produjesen muertes en el mundo. Zeus, al no ver la misión cumplida, hubo de intervenir liberando al dios de la muerte, y en ese instante expiró el astuto Sísifo.
Antes de morir, Sísifo dio instrucciones a su mujer de que no realizara ningún rito funerario. Entonces, cuando llegó a los infiernos, Hades le reclamó su falta de funerales y Sísifo, acusando a su mujer, le pidió a Hades que lo dejara volver a la Tierra y darle el castigo que su esposa merecía. Todo esto era un plan elaborado por Sísifo, que no volvió a los Infiernos hasta que fue muy viejo, liberándose de la pena que pendía sobre su cabeza durante muchos años. Una interpretación del castigo de la roca es que su finalidad era mantener ocupado al astuto condenado y evitar que pudiera tramar nuevos planes de escape.
Pero Sísifo podía ser también piadoso. Melicentes era hijo de Ino y Atamante; ambos enloquecieron y el muchacho murió arrojado por su madre al agua hirviendo. El mito indica que el cuerpo de Melicentes fue llevado por un delfín hasta las costas de Corinto. Sísifo lo recogió, lo enterró con pompas divinas y fundó en su honor los Juegos Ístmicos. Melicente recibió tales tributos bajo el nombre de Palemón, dios benévolo de los mares. La excepcional situación geográfica de Corinto, un istmo que une el Peloponeso con la Hélade, enclavado entre dos mares, el Egeo y el Jónico, contribuyó al éxito y a la importancia política de los Juegos Ístmicos, que se celebraban al tercer año de cada Olimpiada.
Los más célebres juegos panhelénicos eran, precisamente, los Juegos Olímpicos, deportivos, celebrados en Olimpia, en honor a Zeus; los Juegos Píticos, poéticos, celebrados en Delfos, en honor a Apolo y las Musas; los Juegos Nemeos, competencia de jinetes, celebrados en Argos, en honor a Hera; y los ya mencionados Ístmicos, en honor a Poseidón y las Oceánidas.
Grandes historias de la Mitología.
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