Roy Batty

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jueves, 13 de junio de 2019

Mundial de España 82

Revisando hoy las efemérides resulta que tal día como hoy de hace 37 años comenzaba el Mundial de Fútbol de España'82. Se me vienen a la mente multitud de recuerdos. Parece que fue ayer. Lo viví intensamente. Fue, como si dijéramos, mi bautismo de fuego en la cultura deportiva. Hablando de bautismo, recuerdo que aquel 13 de junio de 1982, creo que yo renovaba mis votos en otro sacramento, la eucaristía, en aquello que se venía en llamar el Corpus Christi. Desde entonces no he vuelto a ejercerlo. El partido inaugural lo jugaban ese día 13 de junio, Argentina y Bélgica en el Camp Nou ante 100.000 espectadores. Saltó la sorpresa al ganar Bélgica por 1-0, gol obra de Erwin Vandenbergh.



El Mundial 82 es el Mundial de Naranjito, el de Italia campeona del Mundo con aquel equipo en el que destacaban Paolo Rossi o Dino Zoff. Alucinaba con las alineaciones de las selecciones y evidentemente me fijaba en los porteros. Allí vimos a Dasaev, aquel excepcional guardameta soviético, a Jean-Marie Pfaff que ya era titular indiscutible con Bélgica, a Ubaldo Fillol el arquero argentino, a Waldir Peres el extraño portero brasileño (la portería brasileña no ha tenido nunca unos inquilinos muy brillantes salvo en la actualidad); a Peter Shilton que se hacía dueño de la inglesa; a Jean-Luc Ettori, dueño de la francesa; a Toni Schumacher, dueño de la alemana, y como no a mi ídolo de la infancia, juventud y madurez, a Don Luis Arconada.

De ese Mundial se conservan aún dos récords: el del gol más rápido en la historia de los Mundiales a cargo del inglés Bobby Robson que abrió el marcador ante Francia cuando sólo se habían cumplido 27 segundos. Y el otro récord es el de la mayor goleada en un partido, la que le propinó Hungría a El Salvador por 10 goles a 1. En aquel El Salvador jugaba un tal Mágico González.

En ese Mundial probablemente se vio la mejor selección brasileña que se ha quedado sin un Mundial. Fue derrotada por Italia en la segunda fase, a la postre, campeona del Mundo, en un partido glorioso jugado en Sarriá, uno de los mejores partidos de la historia de los Mundiales. En aquel Brasil jugaba gente de la talla de Falcao, Cerezo, Junior, Sócrates, Zico o Eder. ¡Ahí es nada!

Fue el Mundial del debut de Maradona en las fases finales mundialistas y los argentinos no pudieron llegar a semifinales porque les tocó en suerte en la segunda fase el grupo de la muerte, con brasileños e italianos.

Por el otro lado del cuadro, franceses y alemanes disputaron una semifinal histórica que se resolvió en la tanda de penalties en Sevilla. Ahí estaban Breitner, Stielieke, Rumenigge, Littbarski, Fischer, un armario ropero de 3 metros llamado Briegel o Toni Schumacher, quién hizo una entrada brutal al francés Battiston y no vio ni tarjeta. Era la Francia de los Platini, Tigana, Giresse, Tresor, Rocheteau, quienes dos años más tarde se convertirían en campeones de Europa en la Eurocopa de Francia 84.

Es que recordaría ahora mismo los grupos en que se dividió el Mundial y las sedes. Soy un mitómano. Zoff; Gentile, Scirea, Collovatti, Cabrini; Oriali, Tardelli, Conti; Antonogni, Rossi, Graziani.

En fin, recuerdos muy vivos que se le vienen a uno a la mente, de hace 37 años nada más y nada menos.

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