Roy Batty

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miércoles, 13 de agosto de 2014

Dos estrellas que se apagan

En el breve lapso de un día, y aprovechando las Perseidas, las llamadas lágrimas de San Lorenzo, dos estrellas se han apagado en el firmamento cinematográfico. Si ayer fue Robin Williams, el hombre de las mil caras y mil registros, hoy ha sido la gran Lauren Bacall, la gran dama y uno de los pocos mitos que quedan del Hollywood dorado de los cuarenta y cincuenta del pasado siglo, la eterna musa de Bogart y Hawks.


Robin Williams era un actor con una capacidad de registros nada desdeñable. Era muy versátil y polivalente, lo que le permitía combinar comedia y drama con soltura y agilidad. Se dio a conocer con "Good morning Vietnam" de Barry Levinson, a la que seguiría la impagable "El club de los poetas muertos" en 1989 del australiano Peter Weir. Se encasilló en la comedia y en el cine de aventura donde firmó cintas apreciables como "Sra. Doubfire", "Hook", "Jumanji", "Jack" o "El hombre bicentenario". Pero no fue hasta que llegó el drama de "El indomable Will Hunting", hasta que no se pudo comprobar la versatilidad de este pequeño actor. Su trabajo en esta película hizo que se le galardonara con el Óscar al mejor actor secundario

Con Lauren Bacall se va una de las pocas estrellas que quedan del Hollywood dorado de los años cuarenta del pasado siglo. Era modelo y Howard Hawks la descubrió y le dio la oportunidad de aparecer en el cine en "Tener y no tener" al lado de Humphrey Bogart. Esa pareja ya se hizo inseparable en el cine y en la vida hasta la muerte de Bogie en 1957. Trabajó con los más grandes directores de la época. Al ya citado Hawks en "El sueño eterno" o "La senda tenebrosa", hay que añadir John Huston (Cayo Largo), Vincent Minnelli (Mi desconfiada esposa) o Douglas Sirk (Escrito sobre el viento), entre muchos otros. A partir de los 60 fue seleccionando y espaciando sus apariciones en pantalla grande. De ella decía Maruja Torres que "nadie pidió fuego como ella ni enseñó a silbar para un caso de urgencia". 

Siempre nos quedará el recuerdo de estas estrellas en el trabajo de esos míticos personajes de sus películas. Es lo que tiene el cine, que asociaremos siempre un personaje a la cara de tal o cual actor, a sus risas, sus llantos, sus gestos, sus andares, sus silencios, sus miradas furtivas, sus besos, sus diálogos.... Esa es la magia del séptimo arte.

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