Roy Batty

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lunes, 4 de abril de 2016

Algora y Lampreave: dos estrellas más en el cielo cinematográfico

En la última semana hemos conocido el fallecimiento de dos enormes secundarios del cine español. El día 30 de marzo fallecía el actor Paco Algora y hoy conocíamos la muerte de Chus Lampreave. Eran dos caras conocidas del cine español de las últimas 3 o 4 décadas. Son de esos secundarios en los que el cine español es rico y pródigo, no en vano han intervenido en películas de grandes directores como Garci o Almodóvar, respectivamente.



Paco Algora fue un actor habitual de las películas de época de José Luis Garci en los noventa y primeros años de siglo como El abuelo, You're the one, Tiovivo C. 1950... Pero Paco ya venía de una trayectoria notable habiendo trabajado con otros grandes en los setenta como Pedro Olea en Un hombre llamado flor de otoño, Gutiérrez Aragón en Habla mudita, o Luis García Berlanga en Tamaño natural. En televisión siempre será recordado como el fraile, el personaje de la mítica serie Curro Jiménez. Curiosamente, del reparto de esta serie ya nos han dejado tres de los cuatro principales. Vive aún, y por mucho tiempo esperamos, el gran Álvaro de Luna, el algarrobo.

En los ochenta Paco Algora participó en grandes películas como La colmena de Mario Camus, Tiempo de silencio de Vicente Aranda, o El Dorado de Carlos Saura.  Tras un tiempo apartado de la interpretación fue Fernando León de Aranoa quién lo rescató para el cine con la soberbia Barrio, película por la que fue nominado al Goya a la mejor interpretación masculina de reparto. Grande siempre Paco.

Por su parte, Chus Lampreave era una actriz básicamente de comedia y sobre todo muy utilizada por Pedro Almodóvar, probablemente la que más haya utilizado el director manchego en todas sus películas. Empezó con Marco Ferreri en El pisito y Luis García Berlanga en El verdugo. Ahí es nada. Y también intervino en la trilogía del Marqués de Leguineche. 

En los ochenta se convierte en habitual de las películas de Pedro Almodóvar con personajes rocambolescos y muy almodovarianos. Creo que Almodóvar vio en Chus Lampreave la viva imagen de su madre y muchas de sus interpretaciones son reflejo de los recuerdos maternos del director manchego como en La flor de mi secreto o Volver. Hay secuencias en La flor de mi secreto (1995) que son sencillamente antológicas en un duelo interpretativo con Rosy de Palma. Siempre dije que esta actriz me recordaba a mi abuela materna por su físico, por su forma de hablar y por sus dichos. Grande siempre Chus.





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