Estamos ya inmersos en los octavos de final de la 20ª Copa del Mundo de Fútbol y los dos primeros partidos disputados ayer han deparado bastantes cosas a tener en cuenta. Por un lado, la depauperada imagen del anfitrión, Brasil, que pasó a cuartos en la tanda de penaltis ante una selección chilena muy peleona y que merecía mejor suerte, no en vano estrellaron un balón en el larguero en el minuto 120. Por otro lado, en el siguiente partido, la brillantez de una Colombia impresionante que dominó de cabo a rabo su encuentro contra Uruguay y en el que se podría decir aquello de ha nacido una estrella tras la fulgurante actuación de su número 10, James Rodríguez, con golazo del mundial incluido.
Brasil empató a uno con Chile pero la anfitriona no supo o no pudo mostrar la superioridad que se le supone ante la bravura de la Roja chilena. Brasil es una selección vulgar, del montón, que supera los partidos por inercia y en pequeños detalles de su figura Neymar. Probablemente esta selección de Felipao es la peor selección de los últimos 40 años y no sería justo, visto lo visto, que fuera más allá de cuartos. Por mucho país anfitrión y organizador que sea, la calidad de la seleçao deja mucho que desear. Es un equipo ramplón, vulgar, lejos del preciosismo y de la calidad que se le supone históricamente a esta selección y convertida anti-natura en una Brasil mouriñista exacerbada. Lo importante para Brasil es el resultado, no el juego. Si el número 9 chileno, Pinilla hubiera acertado en un remate final que se estrelló en el larguero en el minuto 120, Brasil estaría inmersa ahora en un valle de lágrimas. Pero no quiero pensar que la fortuna se alíe con el anfitrión. No quiero pensar que Brasil tenga una flor en el culo.
Su táctica es tratar de ser el primer equipo en anotar y a partir de ahí, nadar y guardar la ropa, utilizar el contraataque como arma ofensiva y ceder la posesión del esférico al rival. Lo nunca visto en esta selección. Lo dicho. Me parecería injusto que esta selección pasara de cuartos. Creo que no lo va a hacer, si hay justicia en el fútbol, porque Colombia viene como un tren y si son capaces de desplegar su juego ante esta anfitriona temerosa y acobardada, la paliza puede ser de escándalo. Creo que el Maracanazo o en este caso el Castelaozazo llegará el próximo viernes 4 de julio y en este caso no serán los uruguayos los que lo protagonizarán sino otros vecinos, los colombianos.
Y por otro lado, la de cal la ha dado la selección de Colombia. Los cafeteros a las órdenes del argentino Pékerman han formado un bloque compacto, aguerrido y muy competitivo. Su dominio fue absoluto frente a un Uruguay que no jugó a nada. Estaban los charrúas como pollos sin cabeza, y no lo digo por la ausencia de Luis Suárez, porque aunque hubiera jugado éste, el resultado hubiera sido el mismo porque en ningún momento intimidaron con cierto agobio la meta de Ospina.
Colombia es la sensación del torneo sin ningún lugar a dudas. Cuenta sus partidos por victorias. Bien es cierto que ha tenido un grupo asequible con rivales más o menos fáciles como Grecia, Costa de Marfil o Japón, pero es que la superioridad colombiana ha ido acrecentándose con el paso de los partidos. El once cafetero se enuncia de carrerilla: Ospina; Zúñiga, Zapata, Yepes, Armero; Abel Aguilar, Carlos Sánchez, James Rodríguez, Cuadrado; Teófilo Gutiérrez y Jackson Martínez. A destacar de este once la gran revelación del torneo y por ahora máximo artillero: su número 10, James Rodríguez. Todo esto lo han logrado sin la presencia por lesión de su gran figura, el tigre Radamel Falcao, lo que confiere más mérito a la trayectoria de la selección cafetera.
Esto promete y estoy seguro que llegará lejos. Lo próximo toca sacar los colores a una sobrevalorada Brasil.
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