"Un fabricante catalán de porteros electrónicos viaja a Madrid, acompañado de su amante, para asistir a una cacería que él mismo ha organizado. Lo que pretende es relacionarse con gente de la alta sociedad para promocionar su negocio. En la finca del marqués de Leguineche conoce a diversos personajes y vive las situaciones más absurdas y disparatadas." Esta es la sinopsis de una de las obras maestras del cine español de todos los tiempos realizada en 1978 por el gran Luis García Berlanga. Treinta y seis años después de su estreno, su argumento está de plena actualidad cuando conocemos las cacerías que se montaba el ínclito señor Paco Granados, ése que iba dando lecciones de ética por los platós de televisión y ha resultado ser un tipo de mucho cuidado.
Según comentan en ABC, medio no sospechoso de ser bolchevique ni atacar el Palacio de Invierno, el señor Granados, otrora segundo de Esperanza Aguirre (no me creo las disculpas de esta tiparraca porque creo que es más mala que el veneno y si no sabía nada de lo que tenía en Madrid debe irse por inútil), montaba unas cacerías, en varios lugares de Castilla La Mancha, uno precisamente aquí en la provincia de Ciudad Real, en una finca de Almadén, donde no escatimaban gastos. Los empresarios concesionarios de obras y concursos públicos agasajaban con cacerías a cargos públicos de varios pueblos en las que no faltaba de nada al más puro estilo "La escopeta nacional". Hay cosas que en este país no cambian ni cambiarán. Están en el ADN ibérico.
Pues bien, les pagaban puestos a 3000 euros diarios para cazar lo que quisieran sin control ninguno, ciervos, venados, etc. Además se pegaban buenas comilonas, jugabas timbas de poker con billetes de 500 € y para rematar la faena se acompañaban de señoritas de compañía, de las botas altas, de esas que fuman, vamos, "de putillas", como diría Antonio Recio. Y haciendo honor al pescadero, les llegaba marisco fresco en helicóptero. "Mariscos Recio, el mar al mejor precio. Si quiere una cena elegante, llévese un bogavante. Si quiere una cena de gala, llévese una cigala."
Si Berlanga y Buñuel vivieran, alucinarían con el guión de esta España casposa y cutre en pleno siglo XXI. Todo esto ocurre mientras en este país miles de personas han perdido sus ahorros con las preferentes, millones de personas están en paro, pasan hambre y cada vez se acrecienta más la desigualdad entre ricos y pobres. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres.
Y mientras ocurre todo esto, tenemos a un presidente del gobierno bobo, bobalicón, inútil, inepto, incompetente por acción y por omisión, que nos toma por tontos al resto de españolitos y se hace el tonto simulando no saber nada de lo que estaba ocurriendo en su partido con todo tipo de escándalos a mansalva, desde el pago en negro de la reforma de la sede del PP, pasando por el uso de las tarjetas black de Caja Madrid de Blesa y Rato, el tesorero del partido en la cárcel, pagos en dinero negro a dirigentes del partido (incluido Rajoy), la Gürtel como sistema de corrupción generalizada para financiar las campañas electorales del partido, hasta llegar a la guinda que hemos conocido esta semana del inefable Granados acusado de recibir comisiones a cambio de contratos de obras y tener dinero en Suiza derivado de esas comisiones.
En cualquier país del mundo civilizado, una cosa de éstas hubiera provocado la inmediata caída del gobierno de turno, por mentiroso, incompetente, inepto, y por pura y llana responsabilidad política. Repito, en cualquier país del mundo, menos en este. Aquí no pasa nada. Seguimos como si no pasara nada. No es de extrañar que en el extranjero no entiendan nada de lo que pasa en este país.
No salimos del rodal. Este país siempre será de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devoto de Frascuelo y de María, la España que ora y embiste, la España que ora y bosteza. Hipocresía y cinismo elevados a la enésima potencia. Hay cosas que no cambian nunca. Diego Alatriste y Tenorio se desenvolvería ahora como pez en el agua en medio de rufianes, ganapanes, ladrones y bachilleras del abrojo. Hay cosas que el paso del tiempo no cambia.
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