Roy Batty

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viernes, 24 de junio de 2016

Brexit, la génesis del Reino Desunido

Hoy todo el mundo habla de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, no es para menos, pero yo me pregunto; ¿realmente los británicos se han considerado europeos durante su estancia de 43 años en este club que llamamos ahora Unión Europea y antes Comunidad Económica Europea? Mi respuesta es no. Nunca se han sentido europeos, tal vez por su condición isleña o porque pensaban que Europa les quitaba soberanía que es lo que más aprecian. Los británicos entraron en la CEE el 1 de enero de 1973, el día que yo nací, junto con Irlanda y Dinamarca. Era la primera ampliación que se hacía del Tratado de Roma de 1957, donde a los seis países originarios (Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) se les añadían tres más formando un club de nueve. No quisieron formar parte de inicio en la génesis de la Unión porque siempre han sido muy suyos. Siempre han sido una isla. Ahora lo que han hecho ha sido formalizar una relación que siempre estuvo latente en el imaginario colectivo del pueblo británico. Creo que nunca creyeron en el proyecto europeo porque se han sentido siempre ajenos y extraños a una Unión que pensaban que con ellos no iba.



Siempre han puesto pegas a cualquier atisbo o intento de Europa por crear una Unión Política, Monetaria o Económica porque eso significa ceder soberanía y ellos no han estado dispuestos nunca a perder parte de sus señas de identidad. Margaret Thatcher se sentía más cómoda acordando con Ronald Reagan que con los países de su entorno por el odio que tenía al eje franco-alemán representado por Miterrand y Kohl. Hay que recordar que no están en la Unión Económica y Monetaria, el principal logro de esta Europa en sus 59 años de existencia gracias al Tratado de Maastricht de 1992. Su moneda no es el euro, sigue siendo la libra esterlina.

El señor Cameron pasará a la Historia como el dirigente irresponsable que permitió la salida de su país de la Unión convocando un referendum mas bien por hacerse fuerte entre sus propias filas y resolver sus problemas internos que por mirar por la vida de sus conciudadanos. Su permanencia la ligó a una especie de estatus especial con la Unión, un traje a la medida del Reino Unido que la Unión aceptó vergonzantemente en el mes de febrero. Lanzó un trágala a la Unión como el que dice que estas son mis reglas y si no las aceptas me voy. Otro episodio vergonzoso de las instituciones comunitarias: que uno de tus socios se te suba a las barbas y no sepas ponerlo en su sitio por temor o por amenazas de marcharse. Pues ya se ha ido.

Bien es cierto que donde han votado mayoritariamente a favor de la salida ha sido en Inglaterra y en menor medida en Gales. Y donde han votado mayoritariamente a favor de la permanencia ha sido en Escocia e Irlanda del Norte. Y con esto se ha abierto otro melón. Ahora tanto Escocia como el Ulster planean un referendum de independencia del Reino Unido para en caso de conseguirla solicitar la reincorporación a la UE. Ná, la casa de tócame Roque. Esto ya es el Reino Desunido.

Cameron ya abrió la caja de los truenos con el referendum de Escocia del pasado año, salvándose por los pelos, y ha vuelto a caer en el error convocando otro referendum sobre la salida de la UE, y ha sido este el que le ha sepultado. No había necesidad alguna de plantear referendums ni de independencia ni de permanencia. Si juegas con fuego, al final te quemas. La Inglaterra profunda, la rural ha votado con las vísceras, con el odio al extranjero, por el nacionalismo más arcaico y reaccionario que nunca ha dejado de estar presente en la vida de los británicos. Se peca al generalizar, pero obviamente el sentimiento europeo no ha estado nunca presente en el imaginario colectivo de un ciudadano británico. Es más, creo que hasta la reina es partidaria de la salida de la UE.

Aquí en España hay algún candidato impostor y prepotente, que hasta hace 2 días pedía la salida de España del Euro y ahora se disfraza de Caperucita Roja y de último baluarte de la Unión, que va proponiendo como solución a los posibles conflictos territoriales del país, un referendum para cada Comunidad Autónoma que "se sienta" infravalorada o supuestamente malquerida. Otro irresponsable como Cameron, que pretende convertir España en una especie de Suiza, por su forma asamblearia de entender su política. Claro, pide referendums para lo que quiere, para otras cosas no pide referendums que ya está él de ordeno y mando.

A corto plazo, no vamos a ver grandes cambios. Las relaciones permanecerán igual. Pero es evidente que las negociaciones de la salida van a ser duras, mas que nada, porque la Unión tratará de evitar posibles contagios de otros países. También es cierto, que si un país no quiere estar, no se le tiene que obligar. Lo que hay que plantearse es qué Unión Europea queremos. Si todos quieren formar parte de esta Unión es porque cada país está dispuesto a ceder parte de su soberanía en beneficio y por el bienestar de sus ciudadanos. Si lo que queremos fomentar es la unión de los pueblos de Europa, no podemos andar provocando la separación y el nacionalismo en países del Club.

No cabe duda que el Brexit es un mal precedente. Ningún país se había ido anteriormente de este club. Con la salida del Reino Unido, ya hay algunos que se lo están planteando. Mal camino este que desoye la convergencia y aviva la divergencia y los nacionalismos. Parece que volvemos a tiempos de hace 80 o 100 años, previos a las Guerras Mundiales, donde cada país se miraba su ombligo y nadie quería recorrer el camino juntos.

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