Roy Batty

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domingo, 5 de junio de 2016

Yo, el mejor

Así se titulaba la película sobre la vida de Muhammad Ali llevada al cine en 1977 sobre una novela autobiográfica del mismo título. El pasado viernes fallecía el mítico boxeador Cassius Clay a la edad de 74 años. Son muchas las crónicas, los obituarios que hoy glosan la figura del que fue uno de los deportistas más legendarios de la Historia. Leyendo y viendo ahora esos reportajes ensalzando su figura, uno alcanza a comprender lo que supuso en su momento la irrupción de un portento de la naturaleza de ese calibre. Un tipo medallista de oro olímpico en Roma 1960, que pasa al profesionalismo y que después de ganar por primera vez el título mundial de los pesados en 1964, cambia su nombre de la noche a la mañana, se convierte al Islam gracias a las proclamas e invitaciones de un iluminado de una secta llamado Elijah Muhammad, y posteriormente se niega a combatir en Vietnam porque, según dice los vietnamitas no le han hecho nada, es alguien que no deja indiferente a nadie. El boxeador por definición, es bravucón y altanero, y en este caso, Alí no paraba de hablar, de decir que era el mejor, el más guapo (The Greatest, the Prettiest). Daba patetismo verle en los últimos años, ya con muy avanzado el Parkinson, en las ceremonias de algunos Juegos Olímpicos encender la llama olímpica. Nunca se debió utilizar la figura de Alí para adornar las ceremonias olímpicas. Se ha ido una leyenda del Deporte Mundial.



A mi padre le gustaba mucho el boxeo. Citaba muchas veces a Cassius Clay como el número uno, su conversión al islamismo bajo el nombre de Muhammad Ali y sus míticas peleas y baile de pies. Era algo normal en la muchachada de la década de los sesenta y setenta, que entre sus ídolos deportivos figurasen, no solo futbolistas sino también boxeadores o ciclistas. Mi padre presumía y gustaba de tener entre sus ídolos a Cassius Clay o Eddy Merckx. Yo he bebido más por la afición al segundo que al primero. Lo reconozco. Me inculcó la afición al ciclismo por su veneración por el campeón belga.

El mundo del boxeo siempre ha tenido su épica, su leyenda, sus mitos, sus típicos tópicos. No hay que estar muy cuerdo para dedicarse uno a pegar puñetazos a otro. Sólo hay que ver cómo han terminado muchos después de dejar el boxeo. Es evidente que si te dedicas a recibir puñetazos en la cabeza, las lesiones cerebrales que puedes llegar a generar son numerosas. España ha sido un país donde el boxeo ha gustado mucho y tuvieron muchísima aceptación los combates y veladas característicos en los sesenta y setenta del pasado siglo. Eran típicas las noches de radio o de televisión viendo a tal o a cual pelear por el título mundial o europeo. Era típico escuchar nombres como Joe Frazier, George Foreman y cómo no, Cassius Clay.

Si hablamos de ring patrio, yo escuchaba de pequeño hablar a mi padre de Perico Fernández, Pedro Carrasco, José Manuel Ibar "Urtain", José Legrá o cómo no, del "paisano" "Nino" Jiménez, Campeón de Europa de Peso Mosca allá por diciembre de 1976. Él solía comentar como escuchó ese combate por Radio Nacional con la voz de Juan Manuel Gozalo. Son muchos recuerdos de infancia los que se me agolpan cuando escucho la palabra boxeo. Pero son vagos porque a partir de los ochenta no había el boom que hubo en los sesenta y setenta con este deporte, aunque volvería a renacer con figuras de la talla de Mike Tyson o Evander Holyfield. El boxeo no es algo que me haya seguido especialmente pero me ha gustado seguir algún que otro combate. Ahora, cuando en Teledeporte el gran Paco Grande, rescata algún vintage dedicado al boxeo, me suelo sumergir en esos reportajes. Recuerdo vagamente al gran Héctor Quiroga, retransmitiendo algún que otro combate, periodista nunca bien reconocido y alabado.

Al principio he citado la película que narraba la vida de Muhammad Ali, pero son innumerables los filmes que tienen como hilo argumental el deporte del boxeo. Así a bote pronto, me vienen a la cabeza, títulos como Más dura será la caída, Toro salvaje (dirigida por Scorsese sobre la vida de Jake La Motta) o Rocky. No obstante, sin obviar la calidad de los títulos citados, me quedo con 2 títulos que para mí son auténticas obras maestras: Marcado por el odio (biografía del púgil Rocky Graziano interpretada por un espléndido Paul Newman) y Million Dollar Baby (la extraordinaria incursión de Clint Eastwood en el boxeo a través de un personaje femenino interpretado por una no menos extraordinaria Hilary Swank).  He de decir que no me gustó la versión que se hizo hace unos años sobre la figura de Alí, titulada precisamente así e interpretada por Will Smith. Y si es en terreno patrio, la contribución más destacada al mundo del boxeo, es la gran Yo hice a Roque III, extraordinaria versión del Rocky de Stallone.


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