Con cierto retraso, por circunstancias personales, nobleza obliga hacer un repaso a la actualidad del PSOE, ya que no he comentado nada acerca de las primarias para elegir secretario general del partido celebradas el pasado 21 de mayo. Como demócrata acepto los resultados como siempre he hecho. La victoria de Pedro Sánchez fue clara y contundente y no admite dudas.
Ahora, todos a remar juntos y desear suerte en la gobernanza del partido al recién elegido secretario general y a dejar de poner piedras en la rueda de la bicicleta socialista que de por sí ya está demasiado trastabillá. Este partido discute y vota como no lo hace ningún otro en este país. Eso es digno de elogio. Sánchez ha ganado teniendo en contra a todo el mundo; los medios afines y no, los cargos orgánicos e institucionales del partido, la vieja guardia y las élites. Lo que no contaban es que quiénes votan son los militantes y eso es sagrado si queremos que el partido sea participativo y transparente.
Ahora, todos a remar juntos y desear suerte en la gobernanza del partido al recién elegido secretario general y a dejar de poner piedras en la rueda de la bicicleta socialista que de por sí ya está demasiado trastabillá. Este partido discute y vota como no lo hace ningún otro en este país. Eso es digno de elogio. Sánchez ha ganado teniendo en contra a todo el mundo; los medios afines y no, los cargos orgánicos e institucionales del partido, la vieja guardia y las élites. Lo que no contaban es que quiénes votan son los militantes y eso es sagrado si queremos que el partido sea participativo y transparente.
Ya expresé mi posición al respecto en anteriores posts sobre cómo veía la situación del partido. Como militante de base, fui a votar el pasado 21 de mayo y lo hice al final por la candidatura de Patxi López, cuando tenía intención de votar en blanco. Me gustó el vasco en el debate y pensé en darle mi confianza por ser una postura alejada de los extremos. Siempre he creído y creo que la solución pasa por un mirlo blanco, alguien que parta de cero y no tenga pasado ni nada de lo que reprochar.
Yo desde un principio me dije que ni Pe ni Su, porque lo que se hacía era confrontar y dividir el partido más de lo que ya está. Pedro porque con él ya hemos ido a dos elecciones y hemos sacado los peores resultados de la democracia y su deriva nacionalista (España nación de naciones) y guiños a Podemos me echaron para atrás. Susana porque representa al aparato, a los que se creen que las esencias les pertenecen, a los viejos dinosaurios que se resisten a desaparecer. En cierto sentido, me alegro que las bases les hayan dado una lección de humildad a todos los intocables. El partido es de los militantes, no de los dirigentes que se creen con todo el derecho de hacer lo que quieran.
Entramos en una nueva etapa y Sánchez ha de tener mano izquierda e imponerse a las federaciones, a los reinos de taifas que todavían pululan caudillos que han perdido estrepitosamente en sus territorios. Ingente trabajo le queda a Sánchez para imponer su mando a tanto bastión anquilosado. Ha de empezar por las agrupaciones y lo mismo que ha obtenido el apoyo mayoritario de las bases, ha de imponer a su gente, gente de confianza desde abajo hacia arriba, desde las agrupaciones locales, las provinciales y las regionales.
Ahora muchos que apoyaron a la candidata susanista se dan repisa y tratan de volverse la chaqueta en un efecto camaleónico digno de estudio, para no perder su poder territorial. Es lo que más aborrezco, el apego al cargo que tienen algunos, que no se van ni con agua caliente aunque pierdan.
La cara de la señora Susana Díaz era un auténtico poema en la noche electoral. No daba crédito a su derrota. Me alegro que los intocables bajen al suelo y pisen la realidad. El partido ha hablado y toca apoyar al secretario general. ¿Lo harán o seguirán jodiendo la marrana?
Veremos lo que ocurre y lo que va aconteciendo.
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