Roy Batty

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domingo, 25 de febrero de 2018

PyeongChang 2018

Hoy se han clausurado los vigésimoquintos Juegos Olímpicos de Invierno que se han disputado en la localidad surcoreana de PyeongChang y reconozco que es la primera vez que sigo, aunque sea de cierta forma (a través de una apuesta en Zweeler), la evolución de las distintas disciplinas, los deportistas y naciones en este evento. He visto que hay un auténtico mundo aparte en los deportes de invierno con una calidad impresionante y naciones auténticamente competitivas. Estoy sorprendido por la primacía de un país de poco más de cinco millones de habitantes en este tipo de deportes. Ese país es Noruega.



Noruega ha encabezado el medallero de estos Juegos con 39 medallas, 14 de oro, 14 de plata y 11 de bronce. Y lo ha hecho prácticamente en casi todas las disciplinas a competición, desde el esquí alpino hasta el esquí cross country donde son auténticos maestros. En esta especialidad, una chica, por sí sola, ha sido capaz de ganar 5 medallas (dos oros, una plata y dos bronces). Esa chica se llama Marit Bjoergen. 

Otra potencia en estos deportes de invierno es Alemania que ha ganado 31 medallas (14-10-7). Pero lo de Noruega no es una casualidad. A lo largo de toda la historia, de las 25 olimpiadas de invierno disputadas, este país es el que más medallas ha conseguido con diferencia sobre el resto. Nada más y nada menos que 368. ¿Cómo es posible que un país tan pequeño en cuanto a población (no en superficie) consiga tantos éxitos en deportes de invierno? Es evidente que los escandinavos tienen el material, el territorio, la materia prima (la nieve) casi mejor que ningún país del mundo. Pero también la pueden tener los norteamericanos, ya sean canadienses o estadounidenses y no tienen tanta primacía. Y sorprende aún más que sus vecinos suecos y finlandeses, que también son competitivos, no lleguen nunca a alcanzar el nivel de Noruega.

He visto en el esquí alpino a auténticos monstruos como los noruegos Svindal o Jansrud. Pero el auténtico monstruo es el austríaco Marcel Hirscher.

En fin, me ha sorprendido gratamente este mundo no muy conocido de los deportes de invierno donde hay auténticos cracks poco conocidos, la verdad. Y ya es mala suerte, que para una vez que España gana dos medallas en una olimpiada de invierno, las mismas que hasta ahora tenía en toda la historia de estos juegos (a cargo de los hermanos Fernández Ochoa, Paquito y Blanca), la televisión pública no emita en directo por primera vez en su historia este acontecimiento.

En fin, España que es un país cálido y tenemos muy pocas fichas de deportistas profesionales de invierno, ha conseguido algo histórico, dos bronces de la mano de un snowbordista llamado Regino Hernández y de un grandísimo patinador sobre hielo que se llama Javier Fernández. Dos gotas de agua en un desierto.

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