Roy Batty

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sábado, 10 de octubre de 2020

Récords a la carta


Quiero hacer una reflexión acerca de este atletismo de cara a la galería que se está imponiendo hoy en día. El pasado día 7 de octubre tuvo lugar en Valencia, una especie, no sé cómo llamarlo, de meeting atlético (NN Valencia World Record Day le llamaron los organizadores del evento) destinado a batir los récords del mundo de 5000 m femenino y 10.000 m masculino. Y lo lograron los dos atletas que lo intentaron; la etíope Letesenbet Gidey con 14:06.62, casi 5 segundos mejor que la anterior plusmarca que estaba en poder de Tirunesh Dibaba desde 2008; y el ugandés Joshua Cheptegei, con una marca de 26:11.00, seis segundos más rápido que la anterior plusmarca que estaba en poder del gran Kenenisa Bekele desde 2005. Bekele ha visto caer en dos meses los dos récords mundiales que ostentaba, los 5 y los 10 mil metros, a manos del ugandés Joshua Cheptegei.

El fin puede estar bien y puede ser legal pero en las formas discrepo. Se organiza una reunión atlética con el objetivo de batir dos récords del mundo de atletismo, los dos de distancias de fondo. Para ello buscan a dos aspirantes cualificados y le ponen los medios tanto humanos como técnicos para que puedan lograr la empresa. Le ponen liebres para que pasen por un determinado tiempo en determinadas distancias y ahora ponen un sensor visual en la pista que indica si están o no por debajo de la plusmarca que intentan batir mientras están corriendo. Todo con destino a conseguir el objetivo de batir la plusmarca.

Cierto es que este objetivo era lo que pretendían lograr los mítines de atletismo en su momento, pero con la diferencia que lo hacían conjuntando a los mejores especialistas de la disciplina para, en función de la competencia, tratar de lograr la plusmarca. Eso ha desaparecido. Ahora no hay rivales. Un único aspirante es el que desafía a la pista, al tiempo, pero no tiene rivales que le incomoden. Al contrario, tiene atletas que le hacen de liebre y le marcan el ritmo que ha de seguir.

El atletismo ha evolucionado hacia el resultadismo en detrimento de la competitividad, de la competencia, de la rivalidad. Todo está encaminado a lograr el objetivo de batir el récord mundial por todos los medios al alcance y si para ello hay que poner una alfombra roja al atleta, se le pone. Así ocurrió con esa pantomima de bajar de las dos horas que se realizó con Eliud Kipchoge en Viena con todo tipo de ayudas físicas y no físicas y encima con zapatillas que vuelan. Ya dije lo que pensaba de ese experimento en su momento. 

Estamos llegando a un punto un tanto "sui generis". Estamos tratando de fabricar al hombre o mujer perfecta y ponemos los medios para que ello se consiga. Buscamos altitud, buscamos donde no haya viento, les ponemos marcas visuales sensitivas para guiarles. Se acabó el romanticismo. Viva la tecnología. Yo no sé hasta qué punto todo este espectáculo contribuye a hacer grande el atletismo. 

Probablemente soy el último romántico del deporte. Soy de los que creen que las marcas se baten compitiendo unos contra otros, con táctica, con estrategia. Por eso, los JJ.OO, los Mundiales o los Campeonatos de Europa, competiciones en las que la tecnología queda fuera y los atletas compiten representando cada uno a su país, y no a un sponsor o a un organizador que le prima por conseguir un objetivo, son el último reducto del atletismo puro, del que no se deja comercializar y aún puede haber algo de romanticismo, de clasicismo en el deporte. Es cierto que puede recompensarse económicamente un record del mundo en esas competiciones, pero se hace en buena lid, compitiendo todos contra todos, no en una reunión solitaria en el que uno compite contra sí mismo y los elementos meteorológicos.

Hace unos días se disputó el maratón de Londres. Había una especie de contubernio para que Eliud Kipchoge, o en su defecto Kenenisa Bekele, que al final no asistió por lesión, pudieran batir el récord del mundo de la especialidad. Los confinaron a todos, los metieron en una burbuja y al final no consiguieron el objetivo. Kipchoge fue batido por varios rivales y no se batió el récord del mundo. En parte, puede ser por la lluvia, pero también por imponderables inevitables. Y eso es lo que debe seguir siendo la naturaleza del atletismo. El viento, la lluvia, el calor, el frío forman parte de la vida del atleta. Siempre lo ha sido. No se puede meter todo en una burbuja como si nada ocurriera.

Estará muy bien para Valencia como proyección de la ciudad para que figure como el lugar donde están las mejores marcas de 5000 femenino y 10000 masculino, pero creo que no vale todo con tal de figurar. El norteamericano Kevin Young consiguió el récord del mundo de 400 m vallas en Barcelona 92 y hasta el día de hoy no se ha batido. El noruego Karsten Warlhom está muy cerca de batirlo y probablemente lo logre pronto y espero que lo haga compitiendo contra otros rivales no en una carrera preparada para él solo. 

Detrás de la organización del evento de Valencia está el señor Roig, el mecenas del deporte en Valencia, dueño del Valencia Basket, presidente de la Fundación Trinidad Alfonso y organizador de la maratón de Valencia, amén de dueño y señor de Mercadona. Uno de los lemas o sponsors que lleva o llevaba el Valencia Basket es la "cultura del esfuerzo". Bien pues hagamos del esfuerzo despojado de toda ayuda el valor fundamental del atleta. Es evidente que los tiempos cambian, la tecnología avanza y puede ayudar al atleta en su carrera pero el esfuerzo es el mismo desde el inicio de los tiempos hasta ahora. ¿Qué sería de Paavo Nurmi, Emil Zatopek, Abebe Bikila o Said Aouita en estos tiempos?

El francés Mekhissi Benabbad, tres veces medallista olímpico y cinco veces campeón de Europa de 3000 obstáculos decía no sentirse reconocido en este atletismo. Ahí lo dejo.

https://www.soycorredor.es/atletismo/mekhissi-atleta-adidas-habla-claro-nuestro-deporte-esta-en-peligro_210307_102.html









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