Roy Batty

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domingo, 18 de septiembre de 2011

Juanjo

Transcurridos unos días desde el final de la Vuelta, la verdad es que, uno se alegra enormemente del triunfo de un ciclista humilde, de un cántabro como Juanjo Cobo. La verdad es que no valgo para adivino. He errado en los pronósticos. Y me alegro que la Vuelta se la haya llevado un español que no estaba entre los favoritos. Cuando hacía el análisis previo de todos los equipos participantes me preguntaba porqué le daban el dorsal 1 del Geox a Cobo. La respuesta se vio el domingo 11 de septiembre en Madrid.
Ha sido una Vuelta atípica, con más sprinters que nunca pero llena de montaña y emocionante hasta el último metro. Las bonificaciones lo han decidido todo pero para eso están. Los exiguos 13 segundos de ventaja que Juanjo ha sacado al segundo clasificado, el británico Froome, no permitían ninguna relajación. Es de agradecer el carácter competitivo de los ciclistas británicos del Sky, tanto Christopher Froome, la verdadera revelación, como el jefe de filas, Bradley Wiggins. Han venido a competir y no han venido a pasearse como han hecho algunos años los hermanos Schleck después de correr el Tour.

No gana un don nadie en L'Angliru. Allí ganan los mejores, los más capacitados, los escaladores puros. Y Juanjo lo es en cuanto a pundonor y entrega. A lo largo de la Vuelta hemos ido escuchando voces, comentarios e historias acerca de quién es este cántabro desconocido para el gran público que se ha vestido de rojo. Y la verdad es que la mayor parte han coincidido en destacar la humildad y su introversión como sus características principales. ¿Quién le iba a decir al bueno de Juanjo hace un año o unos meses que iba a vestir de rojo en Madrid este año? Estuvo a punto de colgar la bicicleta este invierno sumido como estaba en una fuerte depresión porque no se veía bien y pensaba que no valía para esto. Fue el director del Geox, Fernández Matxin, (del que luego he oído comentarios negativos sobre su persona), quién le convenció para continuar en esto del ciclismo.

En una de estas noches de Vuelta, oyendo la radio entrevistaron al padre de la criatura, el señor Pepito, un hombre de unos 60 años que trabajaba en el turno de noche de una fábrica textil en el pueblo de Cabezón de La Sal. Al oírlo ves la grandeza del ciclismo. Un deporte durísimo que forja mitos salidos de una persona honrada, trabajadora y humilde. Ves que Juanjo se ha criado en una familia sencilla y que sus orígenes modestos le han aupado a la gloria. Cuenta su padre que es un chico muy introvertido, que ha sufrido una depresión, que se pasó el invierno en casa tumbado en el sofá hasta que por fin decidió entrenar. Cuenta que no tiene novia y que tiene carnet y coche, (no cómo otros decían), pero que le da miedo conducir.

Ahora Juanjo estará en una nube. Le lloverán ofertas a montones. Ahora nadie se acuerda de los malos momentos que pasó durante año y medio hasta agosto de este año. Esperemos que la victoria de Cobo no se quede en flor de un día, como aquellos ganadores efímeros de principios de siglo XXI que fueron Aitor González ó Ángel Luis Casero. Juanjo se merece todo el éxito del mundo y esperemos que su gesta se prolongue con la humildad y el buen hacer que le ha caracterizado.

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