Roy Batty

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viernes, 5 de julio de 2013

La leyenda del Tour

Anoche vi la segunda parte del documental sobre la historia del Tour de Francia realizado por la televisión francesa con motivo de la edición numero cien de la ronda francesa. Esta segunda parte me pareció decepcionante y mala por varios motivos que explicaré. La primera parte me pareció más documental e histórica y menos mala.


¿Por qué me decepcionó esta segunda y última parte de "La leyenda del Tour"? Porque hicieron un repaso bastante sesgado y parcial desde los años 60 hasta la actualidad. Me explico. Es evidente que tiran para casa y no escatiman elogios para los ciclistas franceses. Es algo que puede parecer lógico y obvio. Elogian a Anquetil, narran la tragedia de Tom Simpson, llegan a Merckx y lo despachan rápido con su inicio en el 69 y su final en el 75, pero no hablan para nada de sus gestas y sus adversarios (Ocaña, Zoetemelk, etc), pero sí de Raymond Poulidor, el eterno secundón, que lo fue con Anquetil y después con Merckx, al que no paran de elogiar. 

Terminan los años 70 y entramos en la era Hinault, al que le dedican como es obvio buena parte del documental, pero se centran en sus inicios y en su final. Deberían haber citado sus años intermedios, 80, 81, 82, 83 y 84. ¿Qué sucedió en estos años? Pues que en el año 80 ganó el Tour el mejor ciclista holandés de la historia, Joop Zoetemelk y fue segundo hasta 6 veces. De esto no se dijo absolutamente nada. Y en el 83 y 84 surgió un francés que le hizo sombra al caimán en su propio equipo y que ganó el Tour esos dos años. Me estoy refiriendo a Laurent Fignon. Pues de este ciclista no se dijo nada, ni tampoco del director de ambos en aquellos años, el laureado Cyrille Guimard.

Se habla del affaire Lemond-Hinault profusamente. Posteriormente al 86 se pasa por alto todo lo que sucedió, con lo cual no aparecen ni Perico, ni Roche, ni el propio Lemond que volvió a ganar dos tours más. Se llega a la era Indurain y lo tratan como si fuera un robocop, un robot, una máquina programada para ganar y ya está. Este fue el enfoque que le dieron a Indurain, elogiando sus contrarrelojes e ignorando su labor en la montaña. Se les veía el plumero.

Llegamos a la segunda mitad de los noventa y pasan rápidamente por Riis, Ullrich hasta llegar al caso Festina, donde incomprensiblemente le dan bola a Richard Virenque, cuando fue uno de los implicados hasta el corvejón en el caso de dopaje de ese equipo. 

Con el tema Armstrong sí se extendieron bastante. Se nota que le tenían ganas. Lo hicieron profusamente y con detalles sobre su enfermedad previa.  Cuando pasa Armstrong, dicen que llega Landis, Rasmussen y curiosamente citan a Contador como casos de positivo. Se elude hablar de los españoles que ganaron entonces, Sastre, Pereiro o Contador. Y para colmo rematan la faena sacando a Thomas Voeckler como ejemplo de lo que debe ser el ciclismo, ejemplo de entrega, pundonor y sacrificio. ¡Más chauvinismo es imposible! Debe ser que están hartos de estar a palo seco durante 28 años (y los que queden) sin ganar el Tour de Francia y necesitan terminar con un mensaje de esperanza en el futuro que si lo representa Voeckler vamos apañaos.

En fin, habría que haber sido más imparciales y no barrer tanto para casa, porque tampoco es que pudieran presumir mucho del tema.

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