Roy Batty

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sábado, 28 de diciembre de 2013

Los santos inocentes

Aprovecho el día de hoy, 28 de diciembre, no precisamente para gastar una broma, sino más bien al contrario, incidir en la regresión vital que estamos sufriendo a lo largo de estos años de oscurantismo. Y utilizo la obra maestra, cinematográficamente hablando, de Mario Camus para ilustrar tal argumento. Es increíble la analogía, la semejanza o el símil que se puede trazar hoy, finalizando el año 13 del siglo XXI después de Cristo, con, pongamos 50 años atrás, en los años 60 del siglo XX, en esta España mía, esta España nuestra, como diría Cecilia. Es increíble pero estamos volviendo a eso.

Hemos vuelto, como si de un mal sueño se tratara, a la España machadiana, de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, la España inferior que ora y embiste, que ora y bosteza. Múltiples signos avalan esta aseveración. Lo último es la llamada nueva ley del aborto, o del asunto ese como diría el ínclito inquilino de la Moncloa.


En 1984 Mario Camus adaptó a la gran pantalla una obra de Miguel Delibes titulada "Los santos inocentes". A decir de los entendidos, las 3 mejores adaptaciones cinematográficas realizadas en España han sido: La tía Tula, 1964, Miguel Picazo, basada en la novela homónima de Miguel de Unamuno; El bosque animado, 1987, José Luis Cuerda, basada en la novela homónima de Wenceslao Fernández Flórez; y cómo no, Los santos inocentes, 1984, Mario Camus. Pues bien, ésta última narra las andanzas y vicisitudes de una pobre familia en unos latifundios de Extremadura en los años sesenta del pasado siglo, donde las condiciones de vida y de trabajo se asemejaban perfectamente al feudalismo de la Edad Media, en la que los siervos rendían pleitesía y gozaban de la protección del señor feudal. En este caso la señora o los señoritos de la finca ejercían perfectamente de señores feudales modernos y los siervos eran los integrantes de la familia de Paco el Bajo.

Paco el Bajo, personaje magníficamente interpretado por Alfredo Landa, es el cabeza de familia. Es una persona nacida desde niño para servir al señorito de la finca. Realiza todas las tareas propias de las recolecciones, mantenimiento y caza en la finca que se hallan como guardeses. A su lado, su mujer Régula, impagable Terele Pávez en ese papel, fiel servidora y compañera de su marido. Tienen 3 hijos; Quirze, el mayor, al que sus padres desearían que fuera a estudiar a la capital, pero las circunstancias mandan y es obligado a continuar con la tarea de su padre, máxime cuando éste se rompe la pierna. Nieves es la hija mayor, al que los padres mandarán a trabajar a la capital en una fábrica. Y por último está, la niña chica, una niña deficiente, disminuida física y psíquica, que cuidan sus padres en condiciones infrahumanas. La niña chica emite sonidos chirriantes solo consolados por el siguiente personaje. Azarías, es el hermano de Régula, cuñado de Paco, también disminuido psíquico, una miaja inocente, como diría su hermana, pero convertido al final en el héroe de la historia. Paco Rabal bordaba el papel de Azarías.

Pues bien, estos santos inocentes, reflejaban las penurias de aquella población española que no vivía en las grandes ciudades y se veían obligadas a realizar las tareas que nadie realizaba, mal pagadas, de sol a sol, víctimas de la esclavitud del señorito de turno o del capataz de la finca donde trabajaban. 

A ese retroceso en todos los sentidos es a lo que pretende llevarnos el gobierno actual de la derecha. Nos toman por tontos y recortan en educación, en sanidad y en servicios sociales de manera brutal y de tal manera que sólo los que tengan medios y puedan pagarse todo podrán sobrevivir en detrimento de las clases bajas, a las que las crisis les ha empobrecido aún más. Este es el amparo que el gobierno de España presta a sus conciudadanos. Lo han regulado todo para machacar al que menos tiene y más necesita en tiempos tan brutales como éstos. Pretenden exterminar a la población por inanición, ya sea a base de dejar que emigren cantidades ingentes de jóvenes, con todo lo que ello significa de capital humano y formativo empleado, sin hacer políticas de empleo, investigación, innovación y desarrollo, que permita retener todo ese capital. Les dan igual toda esa gente que emigra buscando un porvenir. Es más, yo creo que es lo que desean, esa movilidad exterior en palabras de una inepta ministra de desempleo, para limpiar el país de gente que protesta y se manifiesta buscando justicia. 

En educación retrocedemos 30 años con una ley en la que la religión es evaluable. ¿Cómo es posible medir lo que uno cree o deja de creer? ¿Hasta qué punto eso te puede hacer mejor ingeniero, contable, abogado o profesor? Además establecen un método que recorta becas en detrimento de aquellos que no tienen medios económicos para estudiar. Volvemos a la educación clasista de antaño, la de que el hijo de papá pague a su niño los estudios mientras que los hijos de los obreros no puedan estudiar por falta de medios propios.

En sanidad, se ha llegado a la desuniversalización con la terrible medida de quitarles la asistencia médica gratuita a los inmigrantes irregulares. Las personas se clasifican en legales o ilegales para recibir atención médica y además imponen repagos de medicamentos cebándose en los enfermos crónicos y los más graves. Por si no tuvieran ya bastante desgracia, encima les hacen pagar más por vivir.

Todo esto es ideología pura y dura. No es otra cosa. Ahora, con la nueva ley del aborto, se criminaliza a la mujer por abortar. Es la típica moralina de siempre de la derecha ultramontana, ellos dicen cómo debes hacer el amor, con quién, cómo y los hijos que has de tener. No existe libertad para la mujer. La mujer es lo que decida el hombre que sea y quiera que haga con su cuerpo. Se preocupan más por la vida del que va a nacer que por la del nacido, porque cuando un niño viene al mundo bastante desgracia tiene ya con venir a un mundo donde le recortan derechos sociales y si este, por desgracia, es dependiente, la vida se le vuelve imposible, como a la niña chica de la Régula y Paco. Estamos retrocediendo a marchas forzadas con una velocidad de crucero y no nos damos cuenta.

Y encima parece que tenemos que te perdonan la vida, o que le tenemos que pedir perdón por vivir a estos dirigentes que tenemos. La solidaridad y apoyo que debiera tener el gobierno con los más débiles lo delegan o transforman en caridad por parte de asociaciones e instituciones, al más puro estilo hipócrita y fariseo de la Iglesia de siempre. Pero, ¡qué nos vamos a sorprender!, si han sido siempre así y seguirán por los siglos de los siglos. Amén.


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