Roy Batty

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lunes, 1 de febrero de 2016

Viridiana: gol de Buñuel al franquismo

Hoy, 1 de febrero, es la onomástica de Santa Viridiana, y aprovechando la circunstancia, vamos a contar la intrahistoria de una película mítica del mismo nombre: Viridiana, de Luis Buñuel del año 1961. Es ésta una de las mejores películas del cine español de todos los tiempos, no en vano, hasta ahora es la única película española galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Luis Buñuel consiguió las mejores críticas de toda su filmografía gracias a esta polémica película, que fue maldecida por las autoridades españolas pero que ridiculizó al régimen franquista ante el mundo entero. 


Luis Buñuel se había instalado en México, tras la contienda civil, alcanzando un importante prestigio gracias a títulos como Los olvidados, Nazarín, Él. A finales de los cincuenta, había expresado a las autoridades su deseo de rodar una película en España, lo que fue aprovechado por el régimen como plataforma publicitaria, una vez se había iniciado ya la apertura del franquismo hacia el exterior. Sin otra traba que la de presentar previamente el guión de su proyecto, el realizador de Calanda ocultó la verdadera historia que tenía en mente y entregó una bien distinta, que fue aprobada sin mayores complicaciones. De este modo, pudo rodar Viridiana, con Francisco Rabal, Fernando Rey y la mexicana Silvia Pinal como principales protagonistas, junto con un nutrido grupo de mendigos. Cabe recordar que la película es una coproducción con México, concretamente con Gustavo Alatriste esposo de la actriz Silvia Pinal. En la parte española la producción corría a cargo de Pere Portabella y Ricardo Muñoz Suay. La decisión de rodar Viridiana en España provocó que Buñuel, exiliado en México tras el fin de la Guerra Civil española, fuese duramente criticado por los republicanos españoles en el exilio.

Buñuel se inspiró en una figura religiosa, Santa Viridiana, para delinear la apariencia de la protagonista. Como en toda película personal de Buñuel, el argumento es solo un pretexto para mostrar ideas que van más allá. En este caso, se cuestiona la naturaleza de la beneficencia y se muestra cómo las buenas intenciones no siempre se materializan en un éxito pleno. También se cuestiona el verdadero significado de la fe católica y los contrastes entre el mundo «real» y el mundo teórico cristiano.

El argumento es el siguiente: La novicia Viridiana (Silvia Pinal), a punto de tomar los hábitos, debe abandonar el convento para visitar a su tío don Jaime (Fernando Rey), quien le ha pagado los estudios. Durante su visita, don Jaime, impresionado por el parecido entre Viridiana y su difunta esposa, la adormece e intenta violarla, pero finalmente no se atreve. Posteriormente, intenta retenerla cuando ella quiere volver al convento; le miente diciéndole que ya no podrá ordenarse monja, porque la ha poseído mientras dormía. Esto aleja aún más a Viridiana de su tío, que, tras la marcha de esta, se suicida. Viridiana, que se siente culpable de la muerte de su tío, renuncia a ser monja y se queda en la mansión a practicar la caridad cristiana, acogiendo a un grupo de vagabundos, a quienes brinda refugio y alimento pero que son, a fin de cuentas, quienes la atacarán y robarán. La llegada de Jorge (Francisco Rabal) , hijo natural de don Jaime, cambiará definitivamente el destino de la joven.

La película fue presentada a bombo y platillo en el Festival de Cannes, sin que ningún responsable político la hubiera visto, y los periódicos informaron ampliamente del acontecimiento. Fue exhibida en la última jornada del certamen. Durante la proyección, muchos de los componentes de la delegación política asistente debieron pensar, y no sin razón, que aquello iba a ser el fin de sus carreras. Al día siguiente se produjeron fulminantes destituciones, los diarios dejaron de hablar de la película y Viridiana fue rigurosamente prohibida.


La película recibió el máximo galardón del Festival de Cannes, la Palma de Oro, ex aequo con la francesa Una larga ausencia de Henri Colpi

"¿Y qué hacemos ahora con el premio? ¿Quién lo recoge?", fueron las preguntas que se planteó el equipo de la película tras la decisión del jurado en Cannes. "Buñuel estaba medio enfermo en París y nos avisó de que él no viajaría a Cannes. Así que su amigo Domingo Dominguín y Juan Antonio Bardem -ambos conocidos comunistas que trabajaban en la productora Uninci- tuvieron la brillante idea de ofrecerle al director general de Cine, Muñoz Fontán, que subiera al escenario a recoger la Palma de Oro como representante de España", dice Portabella. Era una manera de que todos quedaran salvados.

Muñoz Fontán, que se había refugiado en su hotel nada más salir de la proyección, aceptó el "regalo envenenado". Y tan envenenado. Nada más aterrizar en Madrid, al día siguiente de la ceremonia, el entonces ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, le citó en su despacho. Había sido fulminantemente destituido.

La polémica estaba servida. Y el gol de Buñuel al franquismo tomaba carta de naturaleza. Inmediatamente el periódico del Vaticano L'Observatore Romano criticó con dureza la "impiedad" y la "blasfemia" de la obra y pidió la excomunión de todo el equipo. Se dijo incluso que la música de Händel y Mozart incluida en el filme era "perversa". Las autoridades franquistas, en lugar de prohibir Viridiana, negaron su existencia como película española. "La hicieron desaparecer, como si nunca se hubiera rodado", cuenta Pere Portabella. Al cabo de un tiempo, el coproductor mexicano Gustavo Alatriste, marido de Silvia Pinal, recogió el negativo refugiado en París y se lo llevó a México, donde consiguió que se le atribuyera la nacionalidad mexicana. Solo así se pudo estrenar. La cinta fue prohibida en España e Italia.

Buñuel, saliendo al paso de las interpretaciones de que su historia mostraba una crítica a la caridad por la caridad misma y una sátira del idealismo cristiano, comentó:

[...] las imágenes se encadenaron en mi cabeza, unas tras otras, formando una historia. Pero nunca tuve la intención de escribir un argumento de tesis que demostrara, por ejemplo, que la caridad cristiana es inútil e ineficaz. Solo los imbéciles tienen esas pretensiones.

No fue prohibida en Francia y otros países, donde se convirtió en uno de los títulos más aclamados y aplaudidos del año. El proyecto que Buñuel había ocultado incluía reiteradas alusiones a la Iglesia, el intento de violación de la protagonista, libertinaje y una secuencia en la que se parodiaba la Santa Cena de Leonardo Da Vinci. Pero todo el mundo se sintió escandalizado - Buñuel no lo pretendía - y algunos grupos católicos llegaron a premiarla. Viridiana obtuvo éxito allá donde se proyectó.

La censura franquista objetó el final original de la cinta, en el que Viridiana llamaba a la puerta de su primo, él abría y ella entraba, cerrando la puerta detrás de ella. Obediente, Buñuel propuso un final diferente (en donde Jorge, Viridiana y Ramona, la criada, juegan a las cartas, en una muy sutil referencia a un trío sexual) que terminó siendo más pernicioso que el primero y que, irónicamente, fue aceptado por los censores sin reparos. En verdad no existe ironía; el censor jefe en aquella época, José Arturo Méndez Palacio, conocía perfectamente las intenciones de Buñuel e incluso había alabado el homenaje que hace Buñuel al final de El apartamento, rodada por Billy Wilder un año antes.

Años después, Franco vio la película dos veces solo en el Pardo, dijo de ella que no eran mas que chistes baturros y declaró que no entendía el por qué del tumulto que se originó. Cuando un periodista interroga a Buñuel sobre las palabras del dictador, el cineasta respondió que una persona que había cometido tantas atrocidades jamás se escandalizaría por una película.

En España, el filme solo pudo exhibirse diecisiete años después de la filmación, en 1977, cuando la dictadura había desaparecido.

Monique Roumette, testigo privilegiada de ese reencuentro del cineasta con España del que realizó un diario que conserva, sonríe con admiración cuando recuerda la genialidad de Buñuel: "La película parecía una cosa de santos, pero cuando veías el humor que tenía Buñuel te dabas cuenta de que se estaba preparando una bomba de relojería". 

La época en que se rodó eran años aciagos para los artistas españoles que luchaban a brazo partido contra la rígida censura franquista. La película, en la que como recuerda Roumette se rodó a escasos metros del Palacio de El Pardo, residencia de Franco, abunda en imágenes transgresoras para la época como cuando Fernando Rey, en el papel del turbio tío de la protagonista, se calza un zapato de tacón, cosa que, dice Roumette, "Buñuel filmaba con enorme elegancia". Recuerda también la profesora francesa las complicaciones de rodar con mendigos y la "humanidad" de Buñuel, al que describe como un hombre sensible y generoso a pesar de su aspecto hosco. El director se encariñó especialmente con el actor que hacía de leproso, el único vagabundo real de todo el reparto, e hizo gestiones para que se le pagara lo mismo que al resto. Asimismo, al parecer se lamentaba de que en España no hubiera tantos enanos y jorobados como en México.



Fuentes: Fotogramas, El País y Wikipedia

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