Roy Batty

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sábado, 31 de diciembre de 2016

2016, el año que vivimos peligrosamente

Como suele decirse, los balances a fin de año. 2016 se va y no ha sido un buen año. No sé qué ocurre pero no me gustan los años bisiestos. Tienen un día más. Ha sido un año muy raro a nivel nacional. La situación política es tragicómica. Y a nivel internacional, no digamos. El triunfo de la extravagancia. Pero, no hay que darle más vueltas. Es lo que la mayoría ha querido aunque a uno le repugnen ciertas cosas. Resumiendo, 2016 ha sido el año del Brexit, del triunfo de Donald Trump y de la muerte de Fidel Castro. Como rezaba el título de aquella película de 1963 de Stanley Kramer, El mundo está loco, loco, loco. ¡Lo que nos quedará por ver!


El tiempo pasa que es una barbaridad. Lo que hace un año era noticia, ahora ya está pasado de moda. Los tiempos en política cambian de un día para otro en un abrir y cerrar de ojos. Resumiendo la situación política nacional diría algo así: Rajoy o la insoportable levedad del ser. Rivera o el convidado de piedra. Iglesias Turrión o el colmo del cinismo y el narcisismo. Y el PSOE, ¿qué decir del PSOE? Pues que entre todos le mataron y él solito se murió. Ya he expresado en posts anteriores lo que pienso de la situación política nacional. No es cuestión de insistir. El panorama es desolador en el redil socialista y no veo solución a corto plazo. La solución pasaría, como ya he dicho miles de veces, por un mirlo blanco. Lo malo es que los mirlos blancos no existen.

Cada año que pasa siempre suelo recordar a la gente que se ha ido. Decía Jardiel Poncela que en este país los muertos siempre salen a hombros. Y no le faltaba razón, en algunos casos por muy mal que lo hayan hecho en vida, su entierro se convierte en una especie de ajuste de cuentas, de cuitas con los que un día u otro le criticaron con razón al difunto incluso siendo de los suyos. Suele pasar en este país de hipócritas y cínicos a tutiplén. Ha habido algún caso que por respeto no voy a nombrar.

Yo solo voy a recordar a aquellos que han significado algo especial en artes tan diversas como puedan ser el cine, el deporte y la música y algún que otro personaje célebre que haya pasado a la Historia. Mi pasión cinéfila me hace recordar aquel programa de los ochenta de Terenci Moix, titulado Más estrellas que en el cielo y como tal este 2016 ha sido horrible, sobre todo esta última semana.

Internacionalmente se fue gente como George Kennedy, Bud Spencer, Michael Cimino, Abbas Kiarostami, Garry Marshall, Gene Wilder, Robert Vaughn o Zsa Zsa Gabor entre los más significativos. Y esta última semana del año nos dejó la mítica Princesa Leia, Carrie Fisher y al día siguiente (como si hubiera sido de pena), su madre, Debbie Reynolds.

En el cine patrio, nos dejó gente inefable como el fraile Francisco Algora, la gran Chus Lampreave, Miguel Picazo, Ángel de Andrés López (Manolo en Manos a la obra), Emma Cohen (la gallina Caponata) o el gran Gil Parrondo.

La música también se ha visto huérfana de genios de valor incalculable como David Bowie, Black, Keith Emerson, Manolo Tena, Prince, José Menese, Leonard Cohen o George Michael.

Las letras han despedido a Harper Lee, la excelente autora de Matar a un ruiseñor, Umberto Eco, Imre Kertesz, Darío Fo, Francisco Nieva o Marcos Ana.

El deporte ha dicho adiós a estrellas de la talla de Johan Cruyff, Muhammad Ali, Viktor Korchnoi, Joao Havelange o los ciclistas Rudi Altig y Ferdi Kübler. En el terreno patrio despedimos a Nando Yosu, David Cañada, Luis Salom, Quino Salvo o Perico Fernández entre otros.

Y en el terreno político se ha ido Simon Peres o el ya aludido Fidel Castro, el comandante de la Revolución Cubana.

Adiós 2016. ¡Tanta paz lleves como descanso dejas!

Me sentenciaron a 20 años de aburrimiento por intentar cambiar el sistema desde dentro.








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