Roy Batty

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viernes, 11 de enero de 2019

La loca Casandra

Casandra era sacerdotisa de Apolo, quien se había enamorado de su servidora. Se dice que ella había pactado con éste, a cambio de un encuentro carnal, recibir el don de la adivinación. Pero ya fuese por despecho o porque efectivamente Casandra faltó a su palabra, cuando ella obtuvo aquella facultad, Apolo, sintiéndose traicionado, decidió castigarla. Sin quitarle su don lo transformó en su condena: Casandra sería capa de ver el futuro con precisión pero, tomada por loca, nadie creería en sus vaticinios.



Según la versión más difundida, Casandra, hija de Príamo y de Hécuba, rehusó el amor de Apolo, motivo por el cual el dios agraviado volvió acibar el dulzor del don concedido. En consecuencia, el escepticismo general sería la condena de Casandra, quien, desde que naciera Paris, predijo los males que asolarían a su patria hasta destruirla, sin que sus advertencias pudieran hacer algo para cambiar el destino fatal de su raza.

Una versión alternativa de la historia, sin embargo, refiere que siendo Casandra una niña, pasó la noche junto a su hermano gemelo Héleno en el templo del dios Apolo, donde las serpientes purificaron sus orejas con sus lenguas, lo que hizo que ambos adquirieran desde entonces la capacidad de escuchar el porvenir. Eventualmente, también se ha dicho que el portento de Casandra no estaba en conocer el futuro sino en su don para entender el idioma de los animales. Sea como fuere, lo cierto es que la muchacha pudo prever la caída de Troya y supo antes que los demás que el férreo guerrero Héctor había muerto. De haber creído en las palabras de Casandra en lugar de tomarla por una vulgar charlatana o loca, el pueblo troyano podría haber tomado recaudos, pero por obra y gracia de la maldición de Apolo la joven, desesperada, se vio incapaz de evitar la serie de tragedias.

Estas circunstancias hicieron que Casandra se sintiera desdichada e incomprendida. Muchos llegaron a creer que estaba realmente loca y, según algunas versiones, por esa razón fue temporalmente encerrada, lo que finalmente la llevaría a enloquecer de verdad.

La historia cuenta que una vez que Troya fue destruida, Casandra se convirtió en botín de guerra y fue llevada a Micenas como concubina y esclava de Agamenón, uno de los principales asoladores de su ciudad y de su propia estirpe.

En Micenas, por tener Agamenón el descaro de presentarse junto a Casandra ante su mujer después de tanto tiempo de ausencia, y por considerar Clitemnestra que su esposo era de algún modo responsable del sacrificio de su hija Ifigenia durante la travesía de las naves aqueas, tanto Casandra como Agamenón fueron asesinados por voluntad de Clitemnestra en complicidad con su amante Egisto, quien degolló también a los dos hijos gemelos, Telédamo y Pélope, que había tenido la pareja.

Todo esto fue capaz de profetizar la pobre Casandra, pero al igual que el resto de las veces de nada le sirvió. Quien había sido purificada en las orejas, no encontraba otras abiertas a sus palabras.

Cuenta la leyenda que el aqueo Ayax, uno de los guerreros que descendió del caballo de Troya, quedó obnubilado con la belleza de Casandra. Ésta, sabiendo que corría peligro, se refugió en el templo de Atenea, pero el guerrero la siguió y la acosó hasta acabar violándola. Tras ello, la estatua de la diosa de la sabiduría empezó a temblar y a hacer retumbar el templo, atrayendo con su ruido a un grupo de troyanos, que mató a Ayax a pedradas.





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