Este domingo 13 publicaba Javier Marías en su última página de EL PAÍS SEMANAL una interesantísima reflexión acerca de lo que a su juicio ha contribuido a propiciar el auge de un partido de extrema derecha en este país. Y si preguntaba si hacía falta manifestar el rechazo a un partido nostálgico del franquismo, nacionalista, xenófobo, misógino, centralista y poco leal a la Constitución amén de histérico. Carga la culpa, no sin razón, a medios como La Sexta y a partidos como Podemos, Esquerra o PdeCat que parecen que desean que Vox crezca sin parar. Desde luego ya tienen a una retahíla de medios conservadores para que le doren la píldora y le rían las gracias. No hay necesidad de hacerles el juego. En una u otra medida, le han hecho el juego a la ultraderecha.
Es cierto que determinados partidos y determinada televisión han contribuido a alimentar a la bestia. Y la bestia se ha aprovechado de la ingenuidad de estos. Le han hecho la campaña gratuitamente al azuzar el miedo. ¡Que viene el tío del saco! Habrá pensado que lo importante es que hablen de ella, aunque sea mal. Pero no olvidemos que los ideales de la bestia -el machismo, el racismo, la intolerancia y el falso patriotismo- han estado siempre presentes en esta sociedad. Han estado agazapados hasta que han tenido la oportunidad de salir. Lo han hecho cuando la derecha estaba desnortada por la pérdida del poder por la corrupción galopante, han podido mostrarse sin careta, sin complejos, sin miedos.
Han contribuido también a engordarla temas varios como el conflicto catalán, el asesinato de una joven o las llegadas de inmigrantes en patera. Las esencias han estado ahí siempre y es muy fácil "visceralizar" esos sentimientos de odio. Sólo han necesitado el viento de cara para hacerse presente. Es ahora cuando han visto su oportunidad de mostrarse sin complejos por la acción intencionada o no de unos y otros. Y ahora, una vez que tiene tentáculos y puede disponer de los gobiernos, locales, autonómicos o estatal, se siente invulnerable. No sé si será demasiado tarde.
2019 es año Blade Runner. Este es el año en el que comienza la película de 1982 en Los Ángeles. Salvando las distancias con esa obra maestra de la ciencia ficción, voy a hacer un símil. Me gustaría pensar que esos seres de Vox son replicantes: diseñados para imitar a los humanos en todo menos en sus emociones. Pero había una posibilidad de que desarrollaran emociones propias. Odio, amor, miedo, enojo, envidia. Así que tomaron precauciones. ¿Cuales? Les dieron cuatro años de vida. Lo que dura un ciclo electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario