Siguiendo con la gimnasia y por los años 50, me encuentro la historia de una gimnasta húngara y judía que consiguió 10 medallas olímpicas entre Helsinki 1952 y Melbourne 1956, quién gracias a su coraje y espíritu ganador fue capaz de superar las tremendas tragedias personales que jalonaron su vida. Agnes Keleti nació en Budapest el 9 de enero de 1921.
En 1944, mientras parte de su familia era asesinada por los nazis en el campo de concentración de Auschwitz, ella, su hermana y su madre consiguieron huir del país con documentos falsificados; hasta después de la Segunda Guerra Mundial no pudo Agnes volver a Budapest para reanudar sus entrenamientos. En 1946, a los veinticinco años, una edad en la que cualquier gimnasta de nuestros días estaría retirada, ganó el título de Hungría y luego el de Europa Central. En 1948, ingresó en la selección olímpica de su país, pero sufrió varias lesiones que le impidieron competir.
Obtuvo su primer oro en Helsinki 52, ya con con treinta y dos años, en una excepcional actuación de suelo; además, obtuvo dos medallas de bronce en asimétricas y aparatos por equipos y otra de plata en concurso por equipos. Cuatro años después, en Melbourne, tuvo que batirse el cobre con la nueva estrella de la gimnasia femenina, la joven soviética de veintiún años Larisa Latynina, que ganó cuatro medallas de oro; sin embargo, el público apoyó fervientemente a Agnes Keleti, que consiguió derrotar a la rusa en asimétricas y en la barra de equilibrios, mientras que en la ronda de suelo, después de una reñida actuación, ambas gimnastas compartieron el oro. Consiguió además el oro en aparatos por equipos y la plata en concurso individual y por equipos.
Con cinco medallas de oro y tres de plata, Keleti pidió asilo político en Occidente, en un singular acto de heroísmo; en 1957, un año después de su última intervención olímpica, se marchó a Israel para prestar sus servicios como profesora de educación física en el Instituto de Deportes de Tel Aviv.
Fuente: texto extraído de www.mcnbiografias.com
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