Comenta hoy Carlos Arribas en EL PAÍS que Chris Froome ha ganado el Tour menos competido de los últimos once años, tiempo que si vamos más allá nos adentramos en las cenagosas y horripilantes aguas de la borrada era amstrongniana que es preciso olvidar. Es cierto. Lo ha ganado sin despeinarse. Bueno eso no vale, en realidad tiene poco pelo. Lo ha ganado sin levantarse del sillín. Ha bastado un descenso en el Peyresourde sorprendiendo a sus rivales, unos abanicos con Sagan y un correr a pie por la cima del Mont Ventoux. Y para rematar estaban las contrarrelojes, siempre a punto para clavar un par o tres de minutillos a los incautos de tus rivales. La estrategia perfecta, el tercer Tour a la buchaca.
Este Tour ha sido un monólogo del Sky. Los rivales no han comparecido, bien porque no pueden o bien porque han planificado mal la carrera. Parece que el amigo Froome ha ganado por inercia. Todo el mundo esperando que atacase subiendo en los Pirineos y sorprendió atacando bajando el último puerto, el Peyresourde, antes de llegar a Bagneres de Luchon. No entiendo cómo pueden ser tan primos los supuestos aspirantes.
El Tour, no sólo en este año, se ha convertido en un monólogo del conjunto británico Sky, que es el que impone cómo se debe correr, marca el ritmo de carrera y tiene el cuajo de comparecer con 5 integrantes acompañando, arropando y ayudando a su líder en el último puerto del Tour, en el Joux Plane, ante la impotencia de sus rivales. Esa imagen es demoledora. Lo desolador es que nadie le ataca al británico, no le hacen ni cosquillas y el británico por supuesto, encantado de la vida que le pongan una alfombra roja hasta París.
Ya vengo diciendo desde tiempo atrás, que aquí nadie ataca, nadie se mueve, por temor a quedarse descolgado si le cogen y perder una minutada. ¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy! No se ha visto ningún ataque con ganas en este Tour por parte de gente que pudiera poner en aprietos al británico. Para ganarle al británico hay que ir con una estrategia planificada de antemano, con un equipo completo al servicio del líder, atacando de lejos, moviendo la carrera. Ya sé que estoy pidiendo mucho en un ciclismo tan milimetrado y todo tan calculado. Que le pregunten a Bahamontes que opina de este ciclismo. Se lo llevan los demonios.
Quintana no se le ha visto. Movistar acudía con eso que llamó la ilusión del amarillo y ha conseguido el tercer puesto de Quintana, la general de equipos y victoria de etapa de Ion Izagirre. Poco bagaje éste parece para un equipo que venía claramente a por la general final.
Tiene gracia esto de la general de equipos que no la gane el único conjunto que ha superado al resto con una diferencia aplastante dominando las etapas de principio a fin: Poels, Thomas, Landa, Nieve, Henao... Pero ahí ganan los tiempos de los tres primeros de equipo que logres colocar por etapa y ahí el conjunto telefónico ha tenido la suerte de contar con la regularidad de Quintana, Valverde e Ion Izagirre.
Ha sido un Tour soso, previsible, conservador, en el que la emoción la daban aquéllos que no tenían nada que perder en la general y atacaban de lejos para dar espectáculo y conseguir la etapa. Ahí hemos visto a gente como Sagan omnipresente en fugas y sprints, Jarlinson Pantano, Rafal Majka, Thomas de Gendt o a Ilnur Zakarin. Si no es por esta gente, el Tour sería aburridísimo.
Por lo demás, cuatro victorias al sprint de uno que le daban por muerto como Mark Cavendish, alcanzando ya las 30 victorias en total quedando tan solo a cuatro del Caníbal, jersey verde de los puntos para Sagan (el 5º consecutivo), jersey de puntos rojos para el polaco Rafal Majka y jersey blanco de mejor joven para un esforzado Adam Yates, el futuro del ciclismo británico.
Y como apunte final, la despedida a lo grande de Joaquim Purito Rodríguez, que quiso saltarse la disciplina del grupo y escalar en solitario por última vez su último puerto del Tour, el Joux Plane. ¡No menos se merece el extraordinario ciclista catalán, todo corazón y pundonor!
En definitiva, Tercer Tour para Chris Froome sin mucho esfuerzo, que entra así en el Club de los Tres donde están el belga Philippe Thys (13, 14, 20), el francés Louison Bobet (53, 54, 55) y el estadounidense Greg Lemond (86, 89, 90). Sólo le quedan 2 para llegar al Club de los Cinco integrado por los cuatro más grandes (Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain). Y ya no hay más porque a principios de este siglo hubo un mal sueño que borró siete años de un plumazo.
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