La primera vez que la Unión Soviética participó en unos Juegos Olímpicos de Verano fue en el año 1952 en Helsinki, capital de Finlandia. Allí entró en el Medallero como un elefante en una cacharrería consiguiendo nada menos que 71 medallas (22 oros, 30 platas, 19 bronces) y ocupando la segunda plaza del mismo tras los Estados Unidos. Buena parte de esa cosecha se debió al éxito de sus gimnastas. De entre todos ellos destacaba un tal Viktor Chukarin considerado el primer gran gimnasta de la URSS antes de que hiciera acto de presencia la gran Larisa Latynina, de la que hablaremos en algún post posterior.
Ganar 11 medallas olímpicas está al alcance de muy pocos deportistas. Hacerlo en solo dos Juegos es más complicado. Tal proeza la logró el gimnasta ucraniano Viktor Chukarin representando a la URSS en Helsinki 1952 y en Melbourne 1956. Seis de esas once medallas las consiguió en Helsinki y cinco en Melbourne. Forma parte del club de los atletas que más oros olímpicos ha ganado.
Chukarin ganó en Helsinki 1952, el oro en concurso individual, concurso por equipos, salto y caballo con arcos y la plata en paralelas y anillas. En Melbourne 1956, ganó el oro en concurso individual, concurso por equipos y paralelas, la plata en suelo y el bronce en caballo con arcos.
Además en el interregno entre ambas citas olímpicas en 1954 se proclamó campeón del mundo tanto a nivel individual como por equipos. Estos logros deportivos de Viktor Chukarin tienen un inmenso valor y es la demostración de hasta donde llega a veces la capacidad de superación del ser humano. En 1940, a sus 19 años Chukarin fue distinguido por su excelencia deportiva, pero el estallido de la II Guerra Mundial cortó de raíz sus sueños y aspiraciones. Tras la invasión alemana de la URSS fue movilizado y combatió en una unidad de artillería cayendo prisionero al poco tiempo. Durante cuatro años sobrevivió en el campo de prisioneros de guerra de Sandhostel en el que especialmente los prisioneros rusos sufrieron un trato cruel e inhumano siendo los prisioneros peor tratados. Después de que el campo fue liberado Chukarin regreso a su casa y su aspecto era tan lastimoso que ni si quiera su madre le reconoció. Estos cuatro años en los que sobrevivió en condiciones infrahumanas le dieron una gran astucia y una enorme capacidad de resistencia. Esta astucia y resistencia fueron los argumentos que le permitieron superar a sus rivales en la competición.
En 1955 se publicó un libro biográfico titulado “El camino hacia la cima”. Una vez retirado de la competición Chukarin siguió vinculado al deporte como graduado en Cultura Física. En 1963 entrenó al equipo de gimnastas armenio y en 1965 paso a ser profesor en el Instituto de cultura física de Lviv donde de joven se había graduado (1950). En 1984 murió a la edad relativamente temprana de 62 años. Venticinco años después de su muerte y más de medio siglo después de sus gestas olímpicas en 2009, ingreso en el Hall of Fame de la Gimnasia que fue creado a principios de la década de los noventa. Su tumba en Lvov es todo un homenaje al primer gran gimnasta de la escuela rusa.
Fuente: propia y JM Surroca
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