Seguimos con leyendas del Olimpismo y hoy toca revisar la figura del atleta checoslovaco Emil Zátopek, conocido como la locomotora humana. Zátopek consiguió algo que ningún atleta ha conseguido hasta la fecha: ganar los 5.000 m, los 10.000 m y el maratón en una misma Olimpiada, en Helsinki 1952. Está considerado como uno de los más grandes corredores del siglo XX. Ganó en total 4 medallas de oro y una de plata olímpicas. Zátopek fue el primer corredor en romper la barrera de los 29 minutos en los 10.000 metros (en 1954). Tres años antes, en 1951, él había roto la marca de menos de una hora corriendo 20 km. He aquí su historia.
Emil Zátopek nació en Koprivnice, Checoslovaquia, el 19 de septiembre de 1922. Comenzó a practicar el atletismo de forma casual debido a que la empresa en la que trabajaba, la fábrica de zapatillas Bata de Zlin, organizaba una carrera pedestre en la que debían participar todos los trabajadores de la fábrica. Corrió a regañadientes y quedó segundo, lo que le motivó para intentarlo. De ahí llegó su ascensión. Logra su primera plusmarca en 1944 y en 1945 ingresa en el ejército checoslovaco. Saltó al primer plano del atletismo internacional en el Europeo de 1946 en Oslo, donde fue quinto en los 5.000 metros. Con ese cartel, importante pero aún lejos de las principales figuras, se presentó en Londres dos años después.
En los Juegos Olímpicos de Londres de 1948 consiguió el oro en los 10.000 m y la plata en los 5.000. Tras los Juegos de Londres, la figura de Zatopek se fue haciendo cada vez más grande, y en cuatro años fue capaz de batir en cinco ocasiones el récord mundial de los 10.000 metros, una vez el de las diez millas, dos el de los 20 kilómetros, otras dos el de la hora y una el de los 30 kilómetros.
En 1950, en los Europeos de Atletismo de Bruselas consiguió el oro en ambas pruebas. En 1952, en los Juegos Olímpicos de Helsinki, consiguió la mayor proeza de un atleta fondista en una Olimpiada. Participó en las tres pruebas por excelencia del fondo: 5.000, 10.000 y maratón y en las tres consiguió vencer y llevarse el oro olímpico. Una hazaña nunca igualada por ningún otro atleta en la Historia.
En 1954 en los Europeos de Berna consiguió el oro en los 10.000 y el bronce en 5.000. Comenzaba ya su declive. En 1956 en los Juegos Olímpicos de Melbourne consiguió el sexto puesto. En 1958, en el Cross Internacional de Lasarte, puso fin a su trayectoria deportiva. A lo largo de ésta compitió en 334 carreras y obtuvo 261 victorias, estableciendo un total de 18 plusmarcas mundiales en distintas distancias.
En Checoslovaquia fue considerado un héroe nacional y ascendió hasta coronel. Sin embargo, debido al apoyo que prestó en 1968 a Alexander Dubcek durante la llamada primavera de Praga, fue expulsado del Partido Comunista y del Ejército. Comenzó entonces una etapa oscura de su vida en la que tuvo incluso que trabajar de barrendero para subsistir. Tras retractarse en 1975, su figura fue rehabilitada en parte por el régimen comunista.
La forma de correr de Emil Zátopek nunca fue muy ortodoxa, daba la sensación de que iba al límite y que en cualquier momento se iba a desplomar del esfuerzo. Corría haciendo pivotar violentamente los brazos a través de su torso torcido, mientras que un rictus desfiguraba el rostro. Con la boca abierta, deformada por el esfuerzo, parecía buscar con desesperación el oxígeno perdido. La imagen de Zátopek era la de un hombre en agonía, corriendo con la mirada puesta en los cielos esperando una mano misericordiosa.
Pero, bajo ese estilo agónico se escondía una máquina de devorar kilómetros a una velocidad sobrehumana, que le valió para conseguir el triple éxito más asombroso de la historia del atletismo y de los Juegos Olímpicos: cuatro oros olímpicos, una plata, 28 récords mundiales batidos en nueve especialidades distintas y seis años invicto. Por todo ello se le conoce como ‘La locomotora humana’.
Zatopek fue especialista en pruebas de fondo. Destacó, principalmente, por la fuerza explosiva de sus piernas y por la resistencia de sus pulmones. Su forma de correr siempre se basó en la firmeza de su ritmo, el cual potenció con entrenamientos de distancias pequeñas para aumentar su velocidad. Aun así, su técnica no estaba muy depurada. De hecho, él mismo lo reconocía: “Mi estilo está muy lejos de los grandes atletas”. Pero lo que le hacía grande era su dedicación, ya que entrenaba durante todo el año, llegando a acumular unos 800 kilómetros al mes y 1.000 horas de entrenamientos anuales.´
Falleció el 22 de noviembre de 2000 en Praga a los 78 años.
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