Una nueva vida.
Ver la foto de portada del 26 de abril, en la que una niña, Trilce, acaricia a su mamá, Victoria, enternece y reconforta siempre y cuando no conocemos la oscura historia por la que pasó mamá Victoria en la Argentina de finales de los setenta. Leer las historias de los niños robados por la dictadura argentina y entregados a familias afines al régimen mientras los padres de esos niños los hacían desaparecer en los vuelos de la muerte o asesinándolos, ponen literalmente los pelos de punta.
Que ahora, casi cuarenta años después, muchos de ellos sepan que fueron niños despojados de sus padres y gracias a las pruebas de ADN puedan conocer a sus verdaderos familiares, da una idea aproximada de la ruindad, de la vileza y de la locura de la dictadura argentina y del daño irreparable que provocó en miles y miles de familias como la de Victoria, quien viendo ahora esa tierna foto con su niña Trilce, no podría imaginarse ni por un momento que le arrebaten a su deliciosa niña de sus brazos.
El escándalo de los niños robados y de los desaparecidos en la dictadura argentina, perfectamente trasladable en esos años a la dictadura chilena, merece justicia y reparación a las víctimas. Aquí en España también hay casos de niños robados en el tardofranquismo y muchos no quieren que se sepa ni que se investigue para no sacar a relucir una vergüenza más de aquella sociedad de la época. Mientras aquí tratamos de tapar, allá en la Argentina tratan de destapar para que nunca más se cometan aquéllos horrores con niños.
Carta publicada en EL PAIS SEMANAL del 10 de mayo en referencia a un reportaje sobre los reaparecidos en Argentina titulado "Una verdad que quema" y firmado por Raquel Garzón, publicado en EL PAIS SEMANAL del 26 de abril.
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