Roy Batty

Roy Batty
Roy Batty

martes, 1 de diciembre de 2015

El rapto de Europa

Cuenta la leyenda que Europa era una bella princesa fenicia oriunda de Tiro, hija de los reyes Agenor y Telefasa. Zeus se enamoró perdidamente de aquella mortal extranjera. Para no asustarla o tal vez para evitar un rechazo, y aprovechando su capacidad de transformación, tomó la forma de toro blanco y se mezcló con la hacienda del padre de la joven. 



La joven llegó a la orilla del mar junto con otras muchachas, en uno de aquellos bucólicos paseos en los que respiraban aire puro y recogían flores. Entonces vio al toro. Fascinada por tan bello animal, se acercó a él y comenzó a acariciarle los flancos. Zeus la dejó hacer para que Europa ganara confianza. Ya segura de la mansedumbre del animal, la muchacha acabó subiéndose al lomo del supuesto toro, y éste se lanzó hacia el mar con la preciosa carga, nadó y llegó a Creta, la más grande de las islas griegas. Una vez allí, Zeus le reveló quién era en realidad, la hizo suya y la premió convirtiéndola en la primera reina de la isla. El apasionado encuentro se llevó a cabo a la sombra de un plátano, árbol que para conmemorar tal prodigio conserva sus hojas siempre verdes.

El satisfecho y dadivoso dios le entregó a su reina tres presentes dignos de una divinidad. Uno era Talos, un gigante de bronce, animado, que luego sería el guardián de la isla. Otro regalo era Laelaps, un perro que siempre atrapaba a su presa y una vez asida no la soltaba. El tercer regalo fue una jabalina que siempre daba en el blanco.

De la unión con el dios, Europa iba a concebir tres hijos: Radamantis, Sarpedón y Minos, futuro rey de Creta y carcelero del temido Minotauro.

Con el tiempo, Asterión, rey de Creta, se casó con la seducida muchacha y adoptó a los tres vástagos de Zeus como propios, con lo cual el episodio no dejó ofensa ni herida alguna para los partícipes.

El poeta romano Publio Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C.), en su célebre obra Las metamorfosis, relata en versos el tierno encuentro entre Europa y el toro, las caricias que aquella le prodiga y cómo cae en el engaño sin violencia alguna. Se dice que a lo sumo, la mortal sufrió de unos pocos nervios, que erradicó acariciando los cuernos del solícito animal, su futuro amante.

De este modo, se simboliza el paso de la civilización humana desde Asia, donde había nacido, a Occidente, pues Creta era ya la antesala del continente. Una versión dice que el padre de la muchacha, desesperado ante su compulsivo viaje hacia Grecia, la llamó una y otra vez: "¡Europa, Europa!", y que viendo hacia dónde dirigía su mirada, terminaron llamando así a aquella tierra, allende el Mediterráneo.

Grandes historias de la mitología.

No hay comentarios:

Publicar un comentario