Leo la entrevista de David Trueba a Mariano Ozores en EL PAÍS SEMANAL del 27 de diciembre y puede pasar perfectamente como una entrevista de actualidad si no fuera porque se hizo hace 27 años. Ozores no dirige películas desde 1993, ni series desde 1996 y no escribe guiones para series desde 2004. Las preguntas que le planteó entonces en 1988 un estudiante David Trueba son perfectamente trasladables a fecha de hoy. De la entrevista me quedo con su epitafio particular: él solo hizo las películas que quería ver el público. Y a fe que lo hizo. Lo que quedará de Ozores para la posteridad, aparte de las películas de Esteso y Pajares, es que fue un director prolífico a la altura de muy pocos directores en el cine español en cuanto a fecundidad cinematográfica, por debajo de Jesús Franco y al nivel de Pedro Lazaga. No buscaba la calidad sino lo que el público demandaba y bajo ese mandamiento filmó y rodó sin parar.
Creo que el Goya de Honor es un reconocimiento no sólo a Mariano como director y guionista también fecundo que lo fue, sino a esa saga de gente de cine que fueron y son los Ozores, empezando por sus hermanos, los inmensos José Luis y Antonio y continuando con las hijas respectivas de éstos, Adriana y Emma, con multitud de comedias a sus espaldas. Son historia viva del cine español. En la actualidad es una espléndida Adriana Ozores la que continúa la saga interpretativa realizando papeles no solo de comedia sino dramáticos de gran nivel. Justo reconocimiento.
Para mí el más grande de la saga ha sido José Luis Ozores, Peliche. Poseía un don innato para la comedia y la comicidad. Era verle y escucharle y no podías evitar reír. Recluta con niño, El gafe, o El tigre de Chamberí, donde se rodeaba con grandes de la talla de Manolo Morán, Tony Leblanc o Antonio Garisa, dan buena cuenta de ello. Lástima que se fuera tan pronto. Su hija Adriana ha heredado el buen hacer de su padre, no ya para la comedia, que es marca de la casa, donde empezó rodando muchas películas con su tío Mariano en los ochenta, sino también para el drama como lo demuestran sus papeles en Plenilunio, La vida de nadie, La suerte dormida, En la ciudad sin límites y muchas otras, o incluso para la presentación de programas de televisión como el mítico Aplauso.
Para mí el más grande de la saga ha sido José Luis Ozores, Peliche. Poseía un don innato para la comedia y la comicidad. Era verle y escucharle y no podías evitar reír. Recluta con niño, El gafe, o El tigre de Chamberí, donde se rodeaba con grandes de la talla de Manolo Morán, Tony Leblanc o Antonio Garisa, dan buena cuenta de ello. Lástima que se fuera tan pronto. Su hija Adriana ha heredado el buen hacer de su padre, no ya para la comedia, que es marca de la casa, donde empezó rodando muchas películas con su tío Mariano en los ochenta, sino también para el drama como lo demuestran sus papeles en Plenilunio, La vida de nadie, La suerte dormida, En la ciudad sin límites y muchas otras, o incluso para la presentación de programas de televisión como el mítico Aplauso.
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